En la quinta jornada encontramos una sesión con tres representantes a los Oscar de sus respectivos países; tres películas protagonizadas por mujeres que abordan la emancipación de formas completamente diferentes.
Para comenzar la jornada tuvo lugar Colmena, la película de Kosovo, primera ganadora del triplete en Sundance (Gran Premio del Jurado, Premio del Público y Mejor Dirección). En ella se nos narra la situación de una apicultora, que perdió a su marido en la guerra, debe cambiar de oficio porque las abejas han dejado de producir miel. Basada en una historia real, Blerta Basholli relata la experiencia de Fahrije, emocionando y haciendo una llamada a la sororidad. Ella debe enfrentarse a prejuicios misóginos de un pueblo conservador que no quiere reabrir las heridas de la guerra y sacar adelante un nuevo negocio con todas las dificultades que conlleva. Un relato crudo, en la línea de Quo Vadis Aida?, que se sustenta en la contenida interpretación de Yllka Gashi.
Por otra parte, la rusa Compartimento Nº 6 nos presenta un viaje de autoconocimiento y búsqueda de conexión que podría situarse entre Lost in Traslation y Antes del amanecer. Una joven finlandesa toma un tren a Murmansk para ver unos petroglifos de hace 10000 años y, en su viaje, deberá convivir con un excéntrico compañero de compartimento. Durante este viaje de dos personas totalmente opuestas, surgen las ansiedades y miedos de la protagonista, que colocará esos petroglifos como faro y pilar que le ayudan a soportar la incómoda convivencia. Con buenas interpretaciones y mucha sencillez, tanto en su puesta en escena como en su estructura, sin por ello resultar descuidada, Juho Kuosmanen lleva al espectador al interior del vagón sin romantizar el viaje — aunque cae en el tópico de la relación amorosa de los protagonistas, y se echa en falta que el encuentro fortuito quedara en una amistad breve pero profunda. La película, con ritmo pausado y mucha intimidad, dota de importancia a las sensaciones de la protagonista al mismo tiempo que es capaz de transmitir el agobio del viaje. Sin embargo, ese ritmo pausado se convierte en un final dilatado, una de las pocas pegas que se le podrían poner a la película.
En último lugar, Clara Sola de la costarricense Nathalie Álvarez Mesén una película sobre la autopercepción y las influencias externas que se sufren en la construcción de la identidad propia. Dentro de este marco se sitúan la religiosidad ligada a la tradición en contraste a la sexualidad femenina que si bien no corresponden al tema principal de la película, son elementos importantes en la narración. A través de la ambigüedad, la repetición de temas, la infantilización con la que se trata a la protagonista parece sugerir un relato sobre la diversidad funcional, aunque se trata de una forma (quizá) tan velada, que no termina de quedar claro. Se siente algo precipitada o caprichosa en su puesta en escena, aunque los temas que propone resultan interesantes, parece pasar de puntillas por encima de ellos presentándolos pero sin llegar a desarrollarse demasiado.