Euphoria – Temporada 2

Ficha técnica:

Título original:

Euphoria

Creador: Sam Levinson

Duración: 50 min x 8 eps.

País: EEUU

Idioma: Inglés

Intérpretes: Zendaya, Hunter

Schafer, Sydney Sweeney,

Maude Apatow, Barbie

Ferreira, Jacob Elordi, Eric

Dane, Alexa Demie, Angus

Cloud, Storm Reid, Nika

Williams, Olivia Grace

Applegate, Javon Walton

HBO Max España

Sinopsis: Continua el viaje de Rue, Jules y el resto de compañeros del instituto que volverán a hacer frente a temas recurrentes de su edad como las drogas, el sexo, la violencia, los problemas de identidad, los traumas, las redes sociales, el amor y la amistad.

Crítica:

Euphoria es una fantasía. La cuestión que llama la atención de la serie es el apartado visual, concretamente sus maquillajes e iluminación. Se trata de un elemento que se lleva hasta el extremo, acercándose a una reinterpretación del expresionismo en códigos actuales —entre el cine pop y el videoclip. No obstante, la fantasía no está solo en la estética, si no en la propia historia. Es una fantasía oscura, ligada a la catástrofe, a la explotación del drama y del sufrimiento, a llevar al límite a los personajes y al desarrollo de la historia. Todo problema es hiperbólico, al punto de resultar poco realista. En ese sentido, la obra de teatro de Lexi sirve como representación de la propia serie dentro de la misma, con sus virtudes y su correspondencia parcial con la realidad.

Ningún personaje responde a una adolescencia «normal» (Ethan, el novio de Kat, es el más cercano). Todos los jóvenes están marcados por el trauma, inmersos en el mundo de las drogas o con relaciones tóxicas; además, pese a desarrollarse en gran medida en el contexto escolar la presencia de los profesores y los estudios es nula, demostrando que la voluntad de Sam Levinson alejada del retrato para centrarse en el relato.

Desde un principio, Euphoria ha sido una historia sobre la adicción. El personaje de Rue ha llevado el peso de la narración a través de su dependencia a las drogas. Levinson elabora un relato de la drogadicción mucho más crudo y convincente en esta temporada —como respondiendo a las críticas recibidas durante la primera temporada por, supuestamente, romantizar el abuso de sustancias estupefacientes. El desagradable y asfixiante síndrome de abstinencia se une a su vez a la depresión y la ansiedad, que son representadas con gran realismo. A pesar de que esta hiperestilización romántica sigue presente en cierta medida, esta entrega se centra en una recaída ligada al sufrimiento; Rue se sitúa en los extremos, desde la apatía y la depresión a la manipulación y la violencia. Rue tenía que tocar fondo para comenzar su lucha por estar limpia, enfrentándose al síndrome de abstinencia y al daño que ha causado en su círculo cercano.

Aunque Zendaya se mantiene en su magistral actuación protagonista, la serie se diluye en otros personajes, conservando y potenciando, en cierta medida, su naturaleza coral. Jules pierde el protagonismo que tenía en la primera temporada para servir como un personaje de apoyo a Rue, pero, por el contrario, se amplía la historia de otros personajes que habían quedado en segundo plano. Sin embargo, el arco que rivaliza en protagonismo con la adicción de Rue es el conflicto entre Cassie y Maddy por Nate. Y, con ello, entran en juego otro tipo de adicción y uno de los temas centrales de esta temporada: la dependencia emocional y la necesidad de validación masculina. No obstante, vuelve a tropezar con la misma piedra de siempre. Los personajes femeninos, salvo excepciones contadas, se construyen y se representan en función de su relación con sus contrapartes masculinos —la secuencia en la que Cassie se levanta a las 4 de la mañana para arreglarse es especialmente significativa.

Tras los dos episodios especiales —tan diferentes al resto de la serie— que ayudaron a sobrellevar la espera por la segunda temporada, Sam Levison vuelve a la esencia: la espectacularidad visual. Toda la puesta en escena hiperestilizada sigue siendo excelente; sin embargo, en esta nueva temporada, ha habido un gran cambio respecto a la fotografía. En esta temporada, Levinson y su director de fotografía Marcell Rév decidieron rodar en analógico (concretamente en Kodak Ektachrome) para describir la decadencia y el desgaste tras ese «subidón» en el que se centraba la primera. Los tonos ocres han absorbido una gran parte de las escenas, conforme Rue va descendiendo a los infiernos, alejándose radicalmente del color azul oscuro que caracterizó a la primera temporada.

La crudeza de la serie es lo que ha llevado a entender este drama adolescente como una obra adulta. Euphoria trata temas serios y dolorosos y lo hace a través de una fotografía y puesta en escena impecables, pero eso no tiene por qué convertirlo en una obra madura. Encontramos decisiones estéticas intelectuales, que acaban cobrando más importancia que sus personajes, cuyas relaciones mantienen actitudes tóxicas y caprichosas. La realización de Euphoria es tan espectacular y pretende llamar tanto la atención sobre sí misma, que la historia pierde relevancia. Se echa en falta la naturalidad de los episodios especiales, mucho más sencillos estéticamente pero al mismo tiempo más fluidos, que reflejaban la profundidad de unos personajes absorbidos por la fantasía, permitiéndonos adentrarnos en sus mentes, no solo en sus sueños y pesadillas.

HBO Max España

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