Ambulance: Plan de huida

Ficha técnica:

Título original:

Ambulance

Director: Michael Bay

Duración: 136 min

País: Estados Unidos

Idioma: Inglés

Intérpretes: Jake Gylenhaal,

Yahya Abdul-Mateen II, Eiza

González, Garret Dillahunt,

Moses Ingram, Keir O’Donnell,

Colin Woodell, Devan Long,

Chelsea Harris, Brendan Miller

Universal Pictures Spain

Sinopsis: El veterano Will Sharp, en un acto desesperado por conseguir dinero para cubrir las deudas médicas de su esposa, recurre a la única persona que sabe que no debería, su hermano adoptivo Danny. Danny le ofrece participar en un robo a un banco, el más grande en la historia de la ciudad. Will no puede decir que no. Cuando su intento de escape sale mal, los hermanos secuestran una ambulancia con un policía herido y una paramédica.

Crítica:

En un plano aparentemente intrascendente, Will y Danny juegan de niños a los vaqueros. Will hace las veces de sheriff, mientras que su hermano ocupa el puesto del forajido que muere por sus pecados. Es intrascendente porque es un flashback que pretende dar un trasfondo emocional al clímax de la película sin conseguirlo de forma orgánica. Ese instante, particularmente el inserto que Michael Bay realiza para mostrar en detalle la estrella de sheriff que Will lleva puesta con orgullo, es significativo, sin embargo, del fondo que encierra Ambulance: plan de huida tras su aparato de violencia y explosiones: es un western.

El western es el género de frontera por excelencia, una frontera que separa la ley de la razón y la ley del deseo y donde ambas entran en conflicto. En el primer territorio, se erigen como valores aspiracionales la empatía, el cuidado por el prójimo y el diálogo; el segundo es el lugar donde florecen aventureros en búsqueda de vellocinos dorados, forajidos condenados a vagar y aquellos que se rigen por la fuerza. Es una jungla. En este caso, la jungla es el capitalismo voraz donde la salud es un bien de mercado. Como si de un moderno Ron Kovic se tratara, Will Sharp (Yahya Abdul-Mateen II está siendo el último gran descubrimiento de Hollywood, suyas también son Candyman y Matrix Resurrections) es un héroe del guerra retornado incapaz de volver al hogar, con el trato que los veteranos de guerra reciben -una iconografía que ya estaba presente en La Roca (1996) en los personajes de Sean Connery y Ed Harris- como telón de fondo; como si de un moderno Ethan Edwards o Travis Bickle se tratara, Will responderá de forma violenta, volviéndose a adentrar en el desierto, para intentar que su familia pueda tener un futuro y, por ello, tampoco podrá volver al hogar. Y, como buen western, el paisaje tiene una importancia fundamental: el horizonte urbano de Los Ángeles, verdadera razón de ser de la película, es filmado con el cariño de quién escribe una oda en neumático y sangre para su ciudad natal.

El principal obstáculo es el propio tratamiento que realiza Bay de la violencia. Como acostumbra el autor californiano, nos presenta un lúdico festival de explosiones, tiroteos, gritos frenéticos, persecuciones, sudor, sangre y lágrimas con una única regla: cuánto más espectacular, mejor. No en vano este es un viaje adrenalínico donde los únicos minutos de pausa se encuentran en los primeros compases; el resto es una huida hacia delante que solo genera caos y destrucción. Esta aparente contradicción entre su fondo y su forma logra que la película, como los mejores exponentes de la filmografía de su director (La Roca, Dolor y dinero), alcance una notable ambigüedad sobre su propio discurso. Cabe recordar que Michael Bay no escribe. O, mejor dicho, escribe solo con la cámara, permitiendo estos deslices y contradicciones. Si Ambulance elogia, critica o ambos es un misterio; sin embargo, si nos atenemos al discurso de las obras menores de su carrera, descubriremos que es el elogio el que forma parte de su universo caótico, patriótico y testosterónico -la misoginia, por cierto, sorprende porque solo está presente a través de la caracterización fetichista de Eiza González.

Esta contradicción tan fructífera ocurre porque, en el fondo, el aparato narrativo es secundario; está al servicio de una experiencia estética forjada en fuego y asfalto. Pensar a Michael Bay como un esteta no suele ser lo habitual, pero su gusto por la imagen es de los más poderosos del cine mainstream norteamericano. La capacidad para generar estampas y set pieces espectaculares del director de Dolor y dinero sigue intacta. A sus ya habituales planos aberrantes, travellings circulares, saturación de la imagen y montaje espídico se suma un nuevo juguete: los drones. Si bien muchos de esos planos parecen terminar en los instantes previos a su clímax, dejando una sensación extraña en el cuerpo del espectador, pocos directores han explotado tanto las posibilidades estilísticas de los drones como Bay. No obstante, la tendencia al exceso del cineasta, muy disfrutable en determinados momentos clave (la conversación inicial entre los hermanos, el atraco, la operación, la pelea entre los hermanos en la parte delantera de la ambulancia), hace que su largo metraje pese y que la acción se vuelva repetitiva y cansina.

Pese a todo y a todos, Michael Bay vuelve a demostrar que estamos ante de uno de los directores de acción más importantes de la actualidad; quizá el mayor. Su habitual gusto por la improvisación, visual y narrativa, su particular sentido del humor y la ambigüedad de su discurso hacen de Ambulance: plan de huida la puerta grande por la que vuelve su director tras unos años donde su nombre parecía olvidado. Una delicia para los fans del cineasta y de los amantes del cine de acción más noventero. Un particular homenaje a los sanitarios y una carta de amor a la ciudad de Los Ángeles. El spaghetti western del tardocapitalismo.

Universal Pictures Spain

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