Ficha técnica:
Título original:
Entre la vie et la mort
Director: Giordano Gederlini
Duración: 100 min
País: Bégica
Idioma: Francés
Intérpretes: Antonio de la Torre,
Marine Vacth, Olivier Gourmet,
Tibo Vandenborre, Fabrice Adde.

Sinopsis: Leo Castañeda, español afincado en Bruselas, trabaja como conductor de metro. Una noche presencia el suicidio de Hugo, su hijo, del que llevaba más de dos años sin saber nada. Tras lo sucedido, Leo empieza a indagar en las causas de su muerte y descubre que estuvo implicado en un atraco. La búsqueda de respuestas lo conducirá a una peligrosa investigación y a enfrentarse a su propio pasado.
Crítica
Entre la vida y la muerte impacta en los primeros minutos de la cinta: un suicidio. Este es mostrado de forma poco meticulosa, evitando el ruido y la explicitud; aun así, la imagen es sobrecogedora, revelando el destrozo del alma humana en un rostro, en una mirada y en la composición de toda la escena. La película comienza con estos tintes de drama, pero, poco a poco, va mezclándose con elementos propios de un cine de acción o con el más puro thriller policiaco. Con esta abertura se generan unas expectativas altas a nivel visual y narrativo que Giordano Gederlini es capaz de mantener en el resto del largometraje hasta llegar al final, más concretamente al último plano: una mirada a cámara intensa y conmovedora, cerrando así cien minutos de montaña rusa emocional.
En ningún momento Entre la vida y la muerte te dice qué pensar. No te pone fácil la perspectiva desde la que debes mirar o de qué lado debes estar; simplemente te lleva de un lugar a otro, sumergiéndote en atractivas imágenes, pensadas y meditadas — es significativa el uso de contraluces y sombras. Caracterizada en su mayor parte por unos tonos fríos y grises, Christophe Nuyens, director de fotografía de la obra, resalta así la atención la importancia de las puntuales escenas en tonos cálidos.
El espectador es guiado con un montaje que juega un papel primordial en esta historia, uniendo comienzo y final. Jugando con la forma de narrar, lleva al público donde él quiere: un cierre que es el culmen de una carretera que, pista tras pista, solo sube. Gederlini juega con los espacios y el ritmo para que el espectador no solo disfrute de la obra, sino que intente —sin mucho éxito— anticiparse al final, cuando se descubre toda una doble capa de realidad; la cual cobra sentido gracias al personaje protagonista, encarnado por un sublime Antonio de la Torre. Al actor malagueño se le notan las tablas en esta difícil interpretación de un hombre de pocas palabras, con una perpetua triste mirada que inunda la pantalla de un inmenso desasosiego: el rostro de un alma atormentada y un corazón destrozado, que se mueve en solitario por las vacías calles belgas que amplifican y retratan la soledad en la que nada (se ahoga) este misterioso e indescifrable hombre. Será contrarrestado por el fuerte carácter y la firme presencia en pantalla de la coprotagonista, la inspectora de policía, una mujer energética e impulsiva interpretada por Marine Vacth, que está a la altura de lo que se espera del personaje.
Giordano Gederlini ha creado una historia que te traslada hacia un lugar ficticio a través de la luz, la puesta en escena y el montaje, trabajando muy bien los elementos claves del género. El largometraje te sumerge en un carrusel de emociones dentro de un mundo sombrío, lleno de intriga y drama, y con una acción bien desarrollada. Una historia narrada a través de sus imágenes. Entre la vida y la muerte no defrauda; una notable película para disfrutar en la sala de cine.