Tras un encuentro fortuito, dos jóvenes comienzan una relación que les había costado entablar previamente, cada uno por sus propios motivos. Con delicadeza y gracia, Fernando Franco aborda la sexualidad de personas con diversidad funcional concretamente en el personaje de David, un chico con parálisis cerebral —interpretado, como debe ser, por una persona bajo esta condición. Pero, a pesar de ser una cuestión central, no se trata del tema principal; nos encontramos ante una cinta que versa sobre la soledad y la dificultad de establecer relaciones, donde la protagonista es realmente Laura, no David.
Laura acaba de comenzar su primer curso de Química y, como muchos jóvenes, tiene algunos problemas para consolidar relaciones interpersonales. David tiene parálisis cerebral y sus dificultades para relacionarse parten de los prejuicios que tiene la sociedad sobre él. Ambos encuentran en el otro un espacio seguro, de intimidad. Con su habitual director de fotografía, Santiago Racaj, el director sevillano elabora una cuidada y delicada puesta en escena que permite construir la intimidad y la introspección necesarias. Debido a su experiencia como montador —sabedor de que el montaje suele enfocarse desde la corrección de errores y solución de problemas—, Fernando Franco opta por un montaje interno dentro del plano, con estudiados planos secuencia que no solo reducen el trabajo de postproducción (que recae sobre Miguel Doblado), si no que ayudan a explorar minuciosamente el interior de la protagonista. Aún con la poca información sobre el pasado de Laura y el origen de sus inseguridades, el tratamiento de puesta en escena y la contenida y sensible actuación de Valeria Sorolla, logran con creces un profundo estudio de su ser y su identidad. No tanto desde informaciones concretas, si no desde la intuición, la empatía y los pequeños gestos, se elabora un retrato minucioso del personaje de Laura.
Además de la conexión de los dos jóvenes, la película se sostiene sobre una reivindicación: las personas con diversidad funcional o discapacidad no son personas asexuadas. La forma de introducir esto es a través de la asistencia sexual, por la cual se empieza a interesar Laura al conocer a David, que en realidad no es más que una excusa para que los dos personajes creen un vínculo más profundo. La represión sexual la sufren ambos protagonistas, David por los prejuicios sociales, Laura, entre otros posibles motivos no especificados, por provenir de una familia religiosa y conservadora. Laura pretende ayudar a David, pero también busca superar sus inseguridades. Finalmente es David quien cura las heridas de Laura —un discurso bastante presente al retratar colectivos marginalizados. Esas heridas emocionales de Laura, el despertar sexual, la superación de complejos — junto con su aceptación y abrazo hacia los mismos— e incluso el carácter sacralizado y espiritual del cuerpo, están presentes en el acertadísimo título de la película La consagración de la primavera, cuya razón de ser no es solamente la presencia de la obra de Stravinski y su carácter subversivo, si no la metáfora y representación condensada de los temas y esencia de la película.
A pesar de que dicha asistencia sexual o acompañamiento de la intimidad no sea el tema principal de la obra —lugar que ocupa la cuestión de la soledad ya mencionada— es evidente su importancia argumental. Es por ello que el tratamiento resulta incompleto sin una comprensión más grande y estructural de este tipo de servicio. Desde el punto de vista de esta redacción, se echan en falta matices en torno a la naturaleza de la asistencia sexual y del cuestionamiento del sexo como un derecho. El debate sobre el trabajo sexual (si lo es o no) y sobre el consentimiento (si la aceptación sin ningún tipo de coacción es suficiente o también es necesario el deseo de todas las partes) está sobre la mesa ahora más que nunca con la ley de libertad sexual. Nos encontramos ante un tema muy amplio, con muchos matices y con gran cantidad de posturas diferentes.
Las preguntas que parecen surgir en la mente de Laura necesitan ser formuladas y reflexionar sobre ellas. ¿Es la asistencia sexual un tipo de prostitución? ¿El trabajo sexual es libre? ¿Qué papel juega la cuestión de clase en este ámbito? ¿Y la igualdad de género o el placer femenino? Todos estos interrogantes aparecen en la película, pero de manera esbozada y superficial, sin una respuesta clara. Fernando Franco no toma una postura ni juzga ninguna de las partes, aunque parece lanzar una afirmación categórica: el sexo es un derecho —una tesis discutible. La reivindicación de la sexualidad en personas con diversidad funcional (y concretamente sobre la tetraplejía) ya existe en otras películas como puede ser el caso de Vivir y otras ficciones (Jo sol, 2016), aunque las obras ligadas ha estas cuestiones siempre suelen pasar relativamente desapercibidas. Puede que la respuesta se encuentre en que la representación se cuele en productos mainstream y enfocados en el público joven (para educar a las nuevas generaciones), buen ejemplo de ello es el personaje de Isaac en la serie Sex Education. La apuesta por la integración de la diversidad en la ficción también pasa por la normalización de la sexualidad de personas con diversidad funcional; bajo esto hay una necesidad de incluir a la gente con diversidad no solo como sujetos deseantes si no como sujetos deseados —ante lo que cabe cuestionarse ¿no es interesante hacerlo fuera de esa recompensa monetaria?
Bajo un logrado intimismo y riqueza formales, por la relación de sus protagonistas y a raíz de evadir un tratamiento global sobre la discapacidad y sexualidad, La consagración de la primavera acaba siendo, para bien y para mal, una cinta romantizada. Tras La Herida (2013) y Morir (2017), más oscuras e incluso desesperanzadoras, Fernando Franco presenta una obra luminosa: un coming of age intimista, divertido y fuera del canon. El cuidado guion de Fernando Franco y Bego Arostegui explora una relación que busca destruir prejuicios, desde la empatía, con diálogos naturales e ironía. Es maravilloso y necesario que se introduzcan estos temas sin pudor, con espontaneidad e incluso desde el humor, sin embrago, aún queda un gran camino por recorrer.
Título original: La consagración de la primavera Duración: 110 min País: Español Idioma: Español, catalán Dirección: Fernando Franco Guion: Begoña Arostegui, Fernando Franco Productores: Guadalupe Balaguer Trelles, Jorge Castellanos Ballesteros, Fernando Franco, Merche Herranz, Jaime Ortiz de Artiñano, Gonzalo Salazar-Simpson, Koldo Zuazua Fotografía: Santiago Racaj Montaje: Miguel Doblado Música: Maite Arroitajauregi, Beatriz Vaca Intérpretes: Valeria Sorolla, Telmo Irureta y Emma Suárez
Sinopsis: Laura (Valeria Sorolla) acaba de llegar a Madrid para instalarse en un Colegio Mayor y estudiar la carrera de Químicas. Sola y casi sin dinero, intenta adaptarse a su vida universitaria mientras lidia con sus inseguridades. Una noche, por casualidad, conoce a David (Telmo Irureta), un chico con parálisis cerebral que vive con su madre, Isabel (Emma Suárez). Laura inicia con ellos una relación de confianza mutua que le ayuda a superar sus complejos y afrontar una nueva etapa hacia la madurez. La consagración de la primavera es una historia sobre ese momento vital en el que todo es posible y sobre cómo el encuentro más inesperado nos puede cambiar la vida.