Entrevista a Raúl de la Fuente

Maldita, a love song to Sarajevo es gritar a la vida. Gritar que desde la destrucción se puede crear belleza, delicadeza, tolerancia y libertad. Es un torbellino de emociones que surgen desde la creación de una canción de amor. Una canción interpretada entre dos personalidades, entre dos ciudades (Sarajevo-Barcelona) que se admiran y se fusionan con una poesía y delicadeza de una fuerza arrolladora y salvaje. Dos artistas como Bozo Vreco y Clara Peya comprometidas socialmente que nos transportarán desde la guerra hasta la paz, a través del recorrido de su propia ambivalencia en una sociedad mundial que, a pesar de las falsas expectativas, todavía no admite que seas diferente. Una canción de amor a una de las ciudades Europeas más castigadas y a la vez más abiertas: Sarajevo.

Raúl de la Fuente y Amaia Rémirez dirigen este documental después de más de 20 años colaborando juntos en películas como Un día más con vida (Goya a Mejor Largometraje de Animación en 2018), Minerita o El infierno. Esta es la entrevista que mantuvimos con Raúl de la Fuente antes de que emprendiera viaje rumbo hacia uno de esos nuevos proyectos alrededor del mundo.      

Pregunta.: Estáis como finalistas para mejor corto documental en los Goya¿Qué tal, Raúl?

Raúl de la Fuente.: Pues sí, estamos finalistas en mejor corto documental en los Goya; y también cualificados para los Oscars 

P.: Con los últimos films tuyos que recordaba, en principio, no me encajaba tú trabajo con el corto, pero, volviendo a repasar toda tu filmografía, recordé que sí había una senda abierta desde aquel primer trabajo Nömadak Tx hasta llegar el reciente corto Woman. Temas recurrentes como la guerra, la paz, el amor por por algo como la música y, sobre todo, la creación. 

R. F.: Yo sí creo que tiene un sentido en mi filmografía Maldita. Tras hacer películas muy duras como El infierno, tenía muchas ganas de colaborar con Amaia y de co-dirigir con ella. Buscaba esa dualidad entre hombre-mujer y aplicarla a la película. La verdad es que necesitaba la luz. Porque meterme en la oscuridad tanto en la mina como en la cárcel fue muy duro; y necesitaba buscar esperanza. Quería que Maldita fuera un cañonazo de luz y esto se dio cuando conocí a Bozo Vreco. Mientras elaboramos el guión me di cuenta de que había un término que no podía faltar en todo el proceso que era la palabra “delicadeza”, porque él era delicadeza. Por eso busqué que ese término impregnase toda la película. Me parecía que la película lo requería, que lo pedía a gritos; y también, porque la ciudad de Sarajevo comparte esa delicadeza que tiene el protagonista. Y busqué enfrentarla de alguna manera… bueno, quizás no enfrentarla, sino ponerla en frente a Clara Peya, que es una mujer, una gran artista y una concertista con una fuerza insalvable, con una forma de tocar casi física que me emocionaba muchísimo. Creo que ambas juntas eran increíbles, aunque por separado también lo eran. 

Yo volví de Sarajevo con la obligación de estar a la altura de lo que había vivido: algo muy bello, muy poético, muy delicado, muy importante, y con muchísima fuerza que combinaba las mayores virtudes de Sarajevo, de Bozo Vreco y de Clara y por supuesto de Barcelona. Comprendiendo que todo ello, al final, era un canto donde tenía que convertir a la película en la crónica de la creación pura, de explicar de cómo nace una canción contra la guerra, porque, al final, ese grito de “Maldita” es un mensaje claro en contra de todas las guerras. Por eso necesitábamos la canción y necesitábamos que Bozo la compusiera para decirle Maldita a la Guerra.

Bozo Vreco nació en guerra, se crió en guerra y vivió una guerra desde el punto de vista de un crío de 5 o 6 años, encerrado en una casa con sus hermanas y su madre  como en un cuento los hermanos Grimm, con las ventanas tapadas con mantas y donde la madre le hacía vestidos con esas con esas cortinas, vestidos que se ponía dentro de la casa pero como le explicaba su madre “Después podremos salir con ellos puestos fuera de la casa”. Al final es una ficción, con unas cosas increíbles, imagínate a Bozo con sus  hermanas con esos vestidos confeccionados por su madre con las cortinas de sus ventanas y que tan solo podía ir con ellos por el interior de su hogar, me parecía todo tan bonito, todo lo que él me decía era muy auténtico y eso que era algo que me sorprendía mucho. 

La verdad es que antes de conocer a Bozo me preguntaba con qué tipo de personas me iba a encontrar. Parece muy estrambótico pero cuando llegas a él, ves a una persona muy pura, muy inocente, muy dulce, y la verdad es que te encuentras con un gran artista que es muy auténtico, que  te enamora porque su autenticidad es rotunda. Sinceramente al final me sentí muy  afortunado y me dejé llevar. Vuelvo a mis orígenes cinematográficos que son la música, que es lo que más me pone, y tengo la suerte en participar en un corto documental con dos artistazos donde he podido vivir y filmar una increíble escena en la Basílica Santa María del Mar en Barcelona en la cual, ambos, nos regalaron un momentazo cinematográfico.

P.: La presentación del personaje la hacéis  en esos primeros minutos con Bozo Vreco dentro del cementerio y con una fotografía en blanco y negro que realza su sensibilidad y su personalidad    

R. F.: Bozo es así, es como lo que vemos en la película. Recuerdo muy bien que, en la presentación del personaje, pensé en esos términos: primero, con esa carta virtual como una excusa para arrancar la película, pero guardando la presentación del personaje justo después de los títulos de crédito. Quería buscar y transmitir, en una escena comprensible, corta, directa, única y sencilla, quién era él y cómo vivió de niño, por eso me pareció que la escena recordando a su amiga Emma lo explicaba de una manera muy breve y clara.  Siempre pienso mucho en el final de las películas, pero también en el comienzo de ellas, por eso tuvimos una inmensa suerte con todo lo que ocurrió con el personaje  dentro del cementerio, se creó un momento mágico con varios elementos confluyendo en aquel espacio: comenzó a cantar en homenaje a su amiga cuando, de repente, estaba leyendo una lápida en ladino (en el cementerio judío, por cierto) “Clara no llores hija mía, no dejes la fosa fría” y cuando pronuncia el nombre de Clara aparece un gato y se le ocurre “Vamos a llamarla Clara” y  por el medio tenemos a Clara Peya en Barcelona. Creo que teníamos todos los elementos para crear un momento muy especial donde podías percibir a este hombre enérgico con  un alma muy poderosa y lo mejor de todo es que la cámara lo captaba.   

P.: Eso se percibe, que la cámara le quiere tanto a él como a su voz y esos momentos de creación con Clara son fantásticos, porque percibes cómo nace el arte a través de esos momentos que nos llevan entre Barcelona y Sarajevo.  

R. F.: Sí, de manera super caótica y siempre en medio del caos, de la imperfección creo que es una marca de la casa de ambos, son así. Llegamos a la Basílica sin tener algo bien definido veníamos de la sesión del estudio con todo el tema un poquito, digamos, colgado y sin definir, pero sinceramente a mi me encantaba ese tipo de momentos, esa imperfección y esa tensión de “no lo tenemos aún pero vamos a grabarlo”. He trabajado mucho en Cuba,  con músicos  cubanos y estoy muy acostumbrado a la improvisación porque así es  la música en directo, la música viva y no la música enlatada. Y ellos lo tiraron hacia adelante sin ningún tipo de miedo, creo que él es un gran cantante y que ella es una inmensa pianista y pueden darse el lujo de hacerlo así, de tomar riesgos y que encima salga genial.  Te diré que para mí, y creo que también para ellas, el momento de la interpretación de Maldita en la capilla hubo auténtica magia y esos momentos solo suceden una vez. 

P.: Pero, dentro de esa improvisación, hay imágenes como esas alas de ángel de Bozo tatuadas en la espalda, que dan a la escena esa sensación de estar flotando en esa majestuosa catedral, con ese medio plano secuencia que recuerda a una extraordinaria interpretación de jazz. 

R. F.: Sí, al final esa escena es muy jazzera y estoy muy orgulloso de ella, pero es por ellas, porque no había nada preparado, había que comenzar y de repente surgió la voz de Bozo y la música del piano de Clara y la cámara estaba captando ese momento. Te reitero que estoy muy orgulloso, aunque estaba muy nervioso mientras lo estábamos filmando porque era muy complicado. Estaba solo dirigiendo la escena, haciendo la fotografía, con el sonido, con tan solo una ayudante y era una escena muy complicada de cámara porque el tiro era muy complicado (el piano, Bozo, la catedral). Entonces bueno, me arme del angular y dije “déjate llevar tío, déjate llevar y siéntelo, baila con ellas” y me dejé llevar por la intuición de mi experiencia, esa intuición de todos aquellos a los que nos gusta la fotografía. Y esa fue mi manera de aportar a ese instante artístico, llevar la cámara y dirigir la fotografía de todo aquello que estaba sucediendo.

 P.: ¿Cómo llegasteis a Maldita, a love song to Sarajevo

R. F.: La idea de esta historia surge de Iván Zahinos de la ONG Médicos Mundi con la cual estamos colaborando desde hace 10 años. Hemos dirigido y producido para Médicos Mundi cinco o seis documentales. Maldita surge de una idea de Iván, porque él vivió en Sarajevo y tiene una relación muy especial con esa ciudad. Iván quería hacer un sincero homenaje a Sarajevo que es una ciudad a la que adora. Había conocido a Boso y le parecía que podía ser interesante, aunque se pensó en hacerlo con otros músicos más. Así que la idea nace de Iván y a mí me encanta. En otras ocasiones me ha pasado que la historia me la acercan que a mí, creo en ella y la hago mía también, no necesito que sea una idea de creación propia para que sea mi película, no lo necesito, a veces agradezco cuando alguien me plantea hacer una película. Cuando nos cuenta Iván a María y a mí el proyecto, vimos claramente que Bozo tenía que ser el protagonista  y que Clara Peya debería ser la persona con la cual comunicarse y poder crear ese vínculo Barcelona-Sarajevo  porque queríamos buscar esa dirección entre ambas ciudades. Se decidió que esa unión fuera de una manera muy artística a través de una comunicación no virtual, no real, no directa entre él y alguien en Barcelona. Se pensó en varias personas hasta que Amaia propuso a Clara Peya y esta aceptó. Clara me contó que aceptó la propuesta por la manera en la que Bozo lleva el tema del género, que le interesaba el tema musical porque flipaba con su voz y le pareció, que a nivel musical ella podía con su piano hacer algo interesante. Maldita tiene un punto de nómada, al poner en contacto a dos músicos de dos ciudades diferentes con la excusa de hacer una canción de amor a Sarajevo. La película es la creación de esa canción de amor.  A mi esta historia musical de creacion, poética en blanco y negro, entre Sarajevo y Barcelona me apasiono e intente que la pelicula fuera poetica, delicada, arrolladora y salvaje.

P.: ¿Por qué la creación de los primeros compases de Maldita comienzan en esa terraza de Sarajevo, donde captas la magia de unos músicos en pleno proceso de composición?

R. F.: Sí la hubo. Era un atardecer y notas la magia aunque para ellos era un momento bastante cotidiano y normal, creo que es mas el envoltorio: el atardecer, el blanco y negro, la fotografía y  la mirada, es lo que creo que lo convierte en algo único. Vreco y los músicos  lo estaban viviendo como una cosa cotidiana de ensayo y parada, “te has equivocado”. Sin embargo, para nosotros que estamos detrás de la cámara era como “Vaya momentazo”  estar con este artistazo con el acordeón y su músico creando era un momento bonito pero también muy naif. Era divertido e inquietante a la vez porque Bozo tenía que preparar  la canción y escribir la letra para mandársela a Clara. Durante los días que estábamos en la terraza en Sarajevo le preguntamos a Bozo de cómo llevaba el tema y siempre nos comentaba que al día siguiente lo tendríamos, te lo prometo Y así fue hasta el final, un caos precioso, magnífico. Como te comente estoy acostumbrado, me he criado en la cultura afrocubana, me encanta todo eso y por lo tanto no me molesta. Es parte del juego y me encanta filmar ese caos ,esa creación anárquica y salvaje. Al final tambien iba de eso la película de libertad:  libertad creativa, libertad de género, libertad de religión, libertad de querer a quien tu quieras y como decía su madre: “Yo te hice así, no es la sociedad quien te hizo asi, tu nacistes de mi como tu eres y ese eres tu y ya está, no tienes que preocuparte de nada más”

P.: ¿Qué es la música sevdah, de dónde surge? 

R. F.: El sevdah es un género tradicional y bebe de orígenes otomanos y sefardíes. Es la música que trajo el Imperio Bizantino cuando pasó por Sarajevo y también es la música de los judios expulsados de España que llegan a Sarajevo. Es una confluencia de culturas y religiones la que termina creando el sevdah que es una música muy tradicional que cantaban músicos, hombres y mujeres, con un tono bien solemne.Y de repente aparece Bozo Vreco, un chico que cantaba con una voz angelical que aparece primero vestido como hombre y de repente se realiza el intercambio aparece como mujer. El revolucionó el género llevándolo hacia su terreno. Él es el gran revolucionario del sevdah y es llamado el príncipe del sevdah, siendo uno de los máximos exponentes del género junto a otros músicos más clásicos que no son tan experimentales como el. El sevdah tiene ese momento de nostalgia como el fado.

P.: ¿Cómo fue la relación entre dos personalidades tan potentes como la de Clara Peya y Bozo Vreco?  

R. F.: Son caracteres opuestos,  no pueden ser más diferentes, pero conectaban, había una buena conexión entre ellos. Cuando Bozo llega a Barcelona y pasea junto a Clara por el Gótico, ella me comento que cuando le esta explicando el como es vivir en guerra, lo que vivía de pequeño, empezo a entender un poco su historia, su personalidad  y lo que tiene que ser crecer en esa situación: tu madre saliendo por esa calle llena de francotiradores, su padre que se suicidio, una vida muy muy dura porque vivir en un país en guerra siempre es muy duro. Y él tuvo la suerte de sobrevivir aunque había una guerra fuera de esas paredes, una guerra que todos conocemos.Pero también existía una guerra interna que él estaba librando para sacar ese otro yo interior. Creo que a Clara le interesaba saber todo eso y estaba conmovida cuando le contaba que recordaba el  olor de los cuerpos muertos, ella estaba desencajada y me decía “me siento tan tonta porque yo no he vivido nada de eso, yo soy una burguesa, estoy tan lejos de sentir tu dolor”

Era muy bonito verles juntos, se reían, eran gente tan antagónica y a la vez tan compatible, lo cierto es que funcionó muy bien el experimento. 

P.: Y ese grito de liberación que es Maldita en la Basílica de Santa María del Mar es como un gran punto de fuga para el espectador. 

R. F.: ¿Sabías que el final iba a ser en la basílica?  Queríamos acabar en la basílica pero, de repente, vimos que no nos cerraba y decidimos volver a Sarajevo. Recuerdo que tuvimos una segunda fase del montaje que fue solo el final y desde ahi ya surgió el final definitivo. Tenía que ser muy de cuento, ver a Bozo subir por la escalera de caracol de Santa Maria del Mar con el vestido de novia negro y llega hasta arriba y de repente vemos las nubes y llegamos a Sarajevo gracias a los cantos del Corán de todos los fieles en la mezquita. Necesitábamos esa vuelta al hogar y escuchar que siempre estuvo enamorado de Sarajevo, “Sarajevo me cuida, Sarajevo me quiere y me conoce, somos todos niños jugando en un torbellino de arte”. Era necesario para mostrar su amor por Sarajevo, mostrar que Sarajevo es una ciudad abierta y que acoge a los que son diferentes y de ahí esta la frase que más me interesa de la película  “Es muy difícil ser diferente, tanto en Europa como en el resto del mundo”. 

Es muy difícil hoy en día ser diferente y él ha sufrido como tantas personas. Por eso la película está dedicada a Samuel. El final debía ser un increíble cañonazo balcánico que te permitiera salir de la sala de cine gritando “Malditaaaaaa”. Aunque no es Maldita la última canción, pero ese directo para mí tenía una gran fuerza de la cual yo me enamore y nos dijimos “ Bueno si es un homenaje a Sarajevo, el homenaje lo tenemos que hacer en Sarajevo con esta canción mítica en un escenario y con un Bozo Vreco. Así es como debíamos cerrar. 

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