Crítica ‘El Triángulo de la Tristeza’

Puntuación: 1 de 5.

La película Zola (Janicza Bravo, 2020) hizo historia al ser el primer hilo de Twitter convertido en una narración cinematográfica. La última ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes, El Triángulo de la Tristeza, parece querer seguir el camino opuesto: una película que bien podría ser un hilo de Twitter. La comparación no sirve aquí para menospreciar los hilos como soporte legítimo de comunicación —a pesar de que esta red social se encuentra actualmente hundiéndose en un notable ocaso tras su compra por el multimillonario estadounidense Elon Musk—, sino para ilustrar cómo Ruben Östlund, en la construcción narrativa de la obra, se propone realizar una serie de comentarios sobre la sociedad occidental contemporánea y en todos ellos ofrece un desarrollo con la misma profundidad que un texto limitado a 280 caracteres.

Una pareja de modelos, interpretados por Harris Dickinson y la recientemente fallecida Charlbi Dean, son los que guían la trama en sus tres capítulos, tan dispares que apuntan a tres posibilidades distintas para el desarrollo de la película. Su elección revela la intención de analizar una sociedad de imágenes y apariencias a partir de quienes son precisamente los más aprisionados por este aspecto, pues de él dependen su trabajo y su supervivencia. En este sentido, hay sobradas poses para fotos, desfiles de pasarela, smartphones y selfies y, por otro lado, escasea una reflexión metalingüística sobre la producción de las propias imágenes en la cinta en cuestión.

Hay un cierto énfasis en el uso de un lenguaje estético cercano al de las imágenes de la publicidad comercial, pero su extrañeza nunca se establece del todo, como si la película fuera demasiado cinematográfica, demasiado artística, para transgredir su propia naturaleza imagética elitista. E incluso las imágenes producidas con la clara intención de generar extrañeza en el espectador están tan domesticadas y reutilizadas en el imaginario de ese mismo espectador que, o bien tienen el efecto de acariciar creencias y expectativas ya existentes, o bien generan en él la insatisfacción de no ir nunca más allá de lo establecido.

La respuesta a esta carencia en el ámbito de las imágenes es, naturalmente, un exceso discursivo en el texto de los diálogos. En el primer capítulo, Carl y Yaya (Dickinson y Dean) debaten durante minutos sobre su relación, poniendo de relieve palabra por palabra las contradicciones de las relaciones de género entre los millennials en una sociedad post-MeToo. En el segundo capítulo, con un crucero de lujo por el Mediterráneo como telón de fondo, Dmitry (Zlatko Burić, galardonado como mejor actor por esta cinta en los Premios del Cine Europeo), el oligarca ruso propietario del yate, y su capitán marxista estadounidense, Thomas Smith (Woody Harrelson), debaten fervientemente a favor del capitalismo y el comunismo, respectivamente, en medio de una tormenta. La fuerza de las imágenes realistas palidece y queda anulada en comparación con la objetividad del texto declamado, que tampoco se sostiene por sí solo.

Para cerrar el tema, una última reflexión: el movimiento de premiar esta película con su máximo galardón parece una forma del jurado de Cannes de burlar a los patrocinadores del propio festival, compuesto por millonarias marcas de lujo como el fabricante de joyas Chopard y el de automóviles BMW. Del mismo modo, Ostlund parece querer burlar las estructuras de poder económico que permiten la realización de su película. Un movimiento similar justificaría que recibiera la Palma de Oro por su anterior película, The Square, en el sentido de que el Templo del Cine de Arte, Cannes, reconoce con su máximo galardón una película que satiriza el propio arte como industria. Pero las figuras adoptan nuevas formas en el caso del Triángulo. Si la crítica al sistema alimenta al mismo sistema, entrando en su ciclo de polémicas, campañas y premios, generando lucro a los millonarios, al final, ¿quiénes son los que ríen en último término? Una cosa es cierta, por su duración, es poco improbable que El Triángulo de la Tristeza haya realmente hecho reír a muchos espectadores.


Título original: Triangle of Sadness Duración: 147 min País: Suecia, Francia, Reino Unido, Alemania, México, Turquía, Grecia, Estados Unidos, Dinamarca, Suiza Idioma: Inglés, sueco alemán, francés, Griego, Tagalo, Akan Director: Ruben Östlund Guion: Ruben Östlund Productores: Erik Hemmendorff, Philippe Bober Fotografía: Fredrik Wenzel Montaje: Ruben Östlund, Mikel Cee Karlsson Música: Mikkel Maltha, Leslie Ming Intérpretes: Harris Dickinson, Charlbi Dean, Dolly de Leon, Zlatko Burić, Sunnyi Melles, Iris Berben, Vicki Berlin, Henrik Dorsin, Jean-Christophe Folly, Woody Harrelson.

Sinopsis: Tras la Semana de la moda, Carl y Yaya, pareja de modelos e influencers, son invitados a un yate en un crucero de lujo. Mientras que la tripulación brinda todas las atenciones necesarias a los ricos invitados, el capitán se niega a salir de su cabina, a pesar de la llegada inminente de la célebre cena de gala. Los eventos toman un giro inesperado y el equilibrio de poder se invierte cuando se levanta una tormenta que pone en peligro el confort de los pasajeros.


Avalon / Elástica Films

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