Mia Hansen-Løve se ha ido erigiendo, poco a poco, como una de las cineastas europeas actuales a tener en cuenta. Desde su debut en 2007 con Todo está perdonado hasta el inesperado éxito, Vicky Krieps y Tim Roth mediante, de La isla de Bergman, donde reflexionaba sobre los lugares intersticiales del cine de autor y los roles de género, al tiempo que dejaba traslucir conexiones con su propia biografía. No es difícil ver que el personaje interpretado por la actriz de La emperatriz rebelde es un trasunto de la propia directora y que la relación sentimental de la cinta no dejaba de ser una representación ficcionada de algunos elementos presentes en su relación con el crítico y director Olivier Assayas (quien también ha usado su vida amorosa y profesional como materia prima en Irma Vep). La autoficción atraviesa toda la filmografía de la realizadora francesa, pero de forma sutil, como quien no quiere la cosa.
A diferencia de los grandes ejercicios de carácter autobiográfico —aún está reciente el díptico que Steven Spielberg realizó en memoria sus dos progenitores, West Side Story y Los Fabelman—, las películas de Mia Hansen-Løve no se pavonean de serlo. Son obras que funcionan a la perfección sin los elementos contextuales, que, eso sí, añaden capas de emoción y significado a las cintas, pues, en el fondo, son obras que su realidad cotidiana no es el objetivo, sino el trampolín hacia otros horizontes. Así, Una bonita mañana cierra una díptico que, como el director de Tiburón, la cineasta francesa ha dedicado a sus padres: si en El porvenir era su madre la retratada (en cuerpo de Isabelle Huppert), en su último largometraje es el turno de su padre, que murió en una residencia tras una enfermedad neurodegenerativa.
Léa Seydoux interpreta a Sandra, una traductora divorciada con una hija y un padre que empieza a mostrar síntomas de demencia. La seguimos, como hicimos con Isabelle Huppert, en su día a día, sin sobresaltar una cotidianidad construida sin una lógica causal que una las escenas. En su lugar, asistimos a cuatro de sus esferas sociales: padre, hija, pareja y, en última instancia, trabajo. Rara vez se entremezclan, sino que vagamos por ellas, ateniendo a los momentos más dramáticos (aunque nunca se nos muestren como tales) y a los más felices y dibujando un conjunto que se entiende en la suma de las partes. Ahora bien, ¿debería preocuparnos que no haya esferas sociales más allá de la familia y el trabajo? ¿Dónde están las amigas? Pese a todo, y como acostumbra la realizadora francesa, es un retrato de una mujer acomodada, humano y empático, que no tiene miedo a equiparar las malas decisiones con las buenas, sin juzgar.
Con una mirada heredera de la Nouvelle Vague (particularmente del maestro de las relaciones humanas, Eric Rohmer), la directora de La isla de Bergman abandona su mirada de querencia naturalista para abrirse a un mundo impresionista, donde las emociones pintan las imágenes que vemos. Los colores cálidos se mezclan con los azules marino y la mirada triste de Seydoux, en una de las mejores interpretaciones, discreta y emotiva, de su carrera hasta la fecha, y nos adentramos en un París de ensueño, un París bello que no necesita de los grandes monumentos para serlo, sino de sus calles y sus parques, de sus edificios y sus gentes. No en vano Una bonita mañana es una película romántica, que busca en la belleza de lo cotidiano y los pequeños gestos la respuesta a la soledad existencial que acompaña a la siempre-en-movimiento representante de nuestra sociedad, Sandra.
Por esa misma razón, la decisión de usar 35 mm, algo que siempre ha acompañado a la directora francesa, nunca ha sido tan acertada: no solo por la vía plástica (la textura analógica juega un papel importante en todo el desarrollo visual de la cinta), sino también en la simbólica, pues es la decisión formal que más conecta con el tema principal de la cinta: la muerte y el paso del tiempo. Con cada fotograma de película emulsionada, Hansen-Løve captura los destellos de una realidad imaginada, fantasmagórica, y los imprime con belleza y ternura ante la acuciante pérdida de memoria y la inexorable muerte, guardándolos, como si de un recuerdo presente se tratase.
Título original: Une beau matin Duración: 112 min País: Francia Idioma: Francés Dirección: Mia Hansen-Løve Guion: Mia Hansen-Løve Productores: Phillipe Martin, Gerhard Meixner, Roman Paul, David Thion, Bobby Allen, Charlotte Dauphin, Olivier Père Fotografía: Denis Neoir Montaje: Marion Monnier Intérpretes: Léa Seydoux, Pascal Greggory, Melvil Poupaud, Nicole Garcia, Camielle Leban Martins, Sarah Le Picard, Pierre Meunier, Fejria Deliba
Sinopsis: Sandra, una joven madre que cría a su hija sola, visita con regularidad a su padre, quien padece una enfermedad. Mientras ella y su familia luchan para que éste reciba los cuidados médicos que necesita, Sandra se reencuentra con Clément, un amigo al que llevaba tiempo sin ver. A pesar de que él está comprometido en otra relación, inician una apasionada historia.