Crítica ‘Silent Night’

Ficha técnica:

Título original: Silent Night

Directora: Camille Griffin

Duración: 90 min

País: Reino Unido

Idioma: Inglés

Intérpretes: Keira Knightley,

Roman Griffin Davis,

Matthew Goode,

Annabelle Wallis,

Kirby Howell-Baptiste,

Lucy Punch, Lily-Rose Depp,

Rufus Jones, Holly Aird

Sope Dirisu, Dora Davis

Vértice 360

Sinopsis: Mientras el mundo se enfrenta al apocalipsis, un grupo de viejos amigos se reúne para celebrar la Navidad en una idílica casa de campo en Reino Unido. Incomodados por la idea de la inevitable destrucción de la humanidad, deciden afrontar la situación con tranquilidad, abriendo otra botella de Prosecco y continuando con la celebración… Pero, por mucho que quieran fingir normalidad, tarde o temprano, tendrán que hacer frente a la idea de que es su última noche.

Crítica:

Con la sencilla premisa de cubrir la última Nochebuena de una familia y sus amigos de la clase media inglesa, Camille Griffin pretende, en su ópera prima, desvelar la enajenación de esta clase por los medios de comunicación y la cultura de masas en una sociedad pautada por el consumo.

La primera parte de la película nos presenta el numeroso grupo de personajes y sus conflictos. La gran familia no muy rica, pero unida, está conformada por la madre amorosa pero sin talento para cuidar de la casa, un padre que intenta solventar los conflictos, un hijo cuestionador y aventurero — interpretado por el brillante Roman Griffin-Davis — y sus hermanos menores gemelos, obsesionados por la igualdad entre ellos. A estos se suma una familia adinerada pero infeliz, formada por una pareja lesbiana y una heterosexual con una notable diferencia de edad. Tal presentación, que sitúa a los personajes como uno dispone piezas de ajedrez en su tablero, inicia una serie de líneas narrativas que se supone que se desarrollarán a lo largo de una noche.

El humor negro es uno de los puntos más problemáticos, pues la película nunca encuentra el equilibrio entre comedia y drama que cada escena necesita. Así, desde su principio la narrativa tiene un tono un tanto desencajado que, junto a su ritmo acelerado, fragiliza la empatía y el efecto catártico deseado. El personaje que tiene su arco mejor dibujado es el de Roman Griffin-Davis, el no conformista Art, que no acepta la ‘salida fácil’ cómo el único medio de escapar al destino inevitable del apocalipsis.

Es esa cuestión, aceptar o no la ‘salida fácil’, donde está el nudo de la crítica que delinea la cinta y el motivo de haber sido considerada anti-navideña. Los personajes utilizan las navidades como excusa perfecta para huir de un mundo completamente tóxico, resultado de su propio estilo de vida, evitando enfrentar a la realidad el máximo tiempo posible. Como guinda, la recomendación gubernamental: cuando lleguen a tales niveles de contaminación mental, deberán tomarse unas pastillas para una muerte sin ningún dolor. Esta actitud es la más clara representación de la enajenación de la clase media: viven en una realidad ilusoria en búsqueda de sueños alimentados por los medios de comunicación, que nunca llegarán a vivir en plenitud, mientras cavan su propia e inevitable tumba.

Esta idea central está bien representada y la película cumple con su intención, pero el camino que recorre podría estar mejor acabado. Algunas subtramas ni llegan a rascar su barniz y talentos como Keira Knightley o Matthew Goode quedan lejos de su potencial. La perla de la película es realmente Roman Griffin-Davis que despunta cada vez más como uno de los grandes talentos del futuro.

Vértice 360

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