Ficha técnica:

Título original:

Belfast

Director:

Kenneth Branagh

Duración: 98 min

País: Reino Unido

Idioma: Inglés

Intérpretes: Jude Hill,

Caitriona Balfe,

Jamie Dornan,

Judi Dench, Ciarán Hinds,

Lewis McAskie.

Sinopsis: Buddy es un niño de nueve años que vive en Belfast junto con su familia a finales de los sesenta, cuando estallan los enfrentamientos entre católicos y protestantes en Irlanda del Norte.

Crítica:

“Para los que se quedaron. Para los que se fueron. Para los que se perdieron”, es la frase con la que el director de Mucho ruido y pocas nueces termina su nueva película y deja clara la intención con la que realiza este proyecto, un homenaje a todos aquellos que vivieron y sufrieron las consecuencias de “The Troubles”, de los enfrentamientos entre católicos y los fanáticos protestantes que buscaban echarles de sus casas. Un conflicto que se inició a finales de los años sesenta y que se prolongó durante treinta años, marcando la historia de Irlanda del Norte para siempre.

Los niños son una potente arma para lograr la empatía y contar historias de manera especial, gracias a esa inocencia, esa ternura y esas ocurrencias increíbles con las que son capaces de dejar con cara de tontos a los adultos. Con este elemento juega Belfast, drama ambientado en el inicio de las revueltas norirlandesas en 1969, para narrar de manera única la vida de una familia protestante (pero no simpatizante con los exaltados) en la capital, a través de la inocente mirada del hijo menor, Buddy, un niño de nueve años –alterego del propio director en su infancia– que nos hacer querer y ver a su familia como él los mira. A su madre, valiente y protectora. A sus abuelos, sabios a los que pedir ayuda y consejo. A su padre, líder y maestro. Todos ellos cobran vida gracias a unas fabulosas interpretaciones, haciendo fácil empatizar con todos los miembros de esta simpática familia; a lo que hay que añadir la fantástica dirección de casting, precisa y clásica.

El momento histórico en el que está situado el film lo pone fácil para caer en algún tipo de posicionamiento religioso o político; sin embargo, Kenneth Branagh se aleja correctamente del clásico drama, dando en su lugar un enfoque cómico y romántico. A través de la familia protagonista, Belfast nos transmite esa búsqueda de la felicidad en los peores momentos, esas ganas de sobrevivir y disfrutar de las pequeñas cosas. Una comida. Un baile. La gente que nos quiere. Esta búsqueda de belleza entre las ruinas, puede recordar en ciertos aspectos a la maravillosa La vida es bella de Roberto Begnini. Cómo esa mirada inocente de un niño puede hacer que algo tan horrible se pueda convertir, de alguna manera, en algo hermoso y conmovedor.

Es palpable el cariz personal que esta película tiene para el director, pues el espectador es capaz de apreciar el mimo y el cariño con el que está hecha. Ese sentimiento de nostalgia a sus raíces se transmite a través del blanco y negro, con ciertas secuencias en color muy bien seleccionadas. Haris Zambarloukos ilumina Belfast, sus calles y los rostros de los protagonistas, todos y cada uno de los complejos y perfectos planos, de manera mágica. Y acompañados de la banda sonora de Van Morrison, digna de mención, componen un film que, con muy pocos escenarios, está lleno de movimiento, acción y emoción.

Y ante todo, un mensaje: el respeto. Si hay respeto habrá paz.

Hemos podido ver a Kenneth Branagh en muchos registros: como actor, guionista y director. Con Belfast se queda tras las cámaras para traernos una obra muy personal, una muestra de amor al cine, a su familia y a su ciudad. Una película en blanco y negro que está en todas las quinielas como una de las favoritas para los Óscar 2022. Una película emotiva y divertida con la que mirar los conflictos sociales desde la ingenua mirada de un niño.