París, Distrito 13

Ficha técnica:

Título original:

Les Olympiades

Director: Jacques Audiard

Duración: 106 min

País: Francia

Idioma: Francés

Intérpretes: Lucie Zhang,

Makita Samba, Noémi

Merlant, Jehnny Beth,

Geneviève Doang, Lumina

Wang, Camile Berthomier,

Line Phé, Pol White.

Avalon/Wandavision

Sinopsis: París, Distrito 13. Émilie conoce a Camille, que se siente atraído por Nora, que, a vez, se cruza en el camino de Amber. Tres chicas y un chico. Son amigos, a veces amantes y, a menudo, las dos cosas.

Crítica:

Adrian Tomine es un dibujante de cómics que se ha caracterizado por su facilidad para crear escenas cotidianas y personajes que desbordan humanidad en una obra cuya temática gira en torno la conexión humana, la comunicación entre personas y la empatía. Sobre tres de las historias publicadas en Intrusos se construye el guión realizada a seis manos entre el propio director, Jacques Audiard, Léa Mysius y Céline Sciamma. Se percibe la estela del dibujante californiano en muchos de los aspectos de la cinta (el cuidado por la narración, el mimo por la arquitectura, el costumbrismo, las pequeñas dosis de humor triste, el uso de las elipsis), pero ninguno tan marcado como el temático: la profunda soledad en tiempos de la hipercomunicación, la superficialidad del mundo moderno mirada a través del costumbrismo, las distintas formas de la precariedad que sufren las nuevas generaciones o el amor; entendiendo, ambos, el amor como una forma de comunicación profunda -el propio director referencia Mi noche con Maud (Eric Rohmer, 1968) donde «el amor y el erotismo se canalizan a través de las palabras».

No obstante, Audiard, Mysius y Sciamma saben convertir esos temas propios. En ningún momento se siente como un cómic de Tomine, pese a sus deudas. El erotismo y la omnipresencia del sexo, el relato de un barrio de París y el optimismo humanista que sustituye el tono melancólico logran distanciar la adaptación del dibujante al tiempo que profundiza en los temas publicados. Se desdibuja la línea entre la inspiración y creación personal hasta alcanzar una homogeneización que evite distracciones y disputas. Una auténtica labor de abstracción personal para no quitar espacio a lo importante: los personajes. No quiere decir que el cine de Audiard, de Mysius y de Sciamma no estén presentes. Lo están. Pero dentro de un cóctel narrativo cuyo único fin es contar la mejor historia posible. Y ese es, quizá, el mayor logro de la película: crear un relato sobre la incomunicación y la soledad a través de un equipo creativo perfectamente comunicado y comprometido.

Tres personajes destacan por encima del resto: Émilie (Lucie Zhang), Nora (Noémi Merlant) y Camile (Makita Samba). Los vaivenes del trío protagonista hacen que el relato fluctúe con organicidad y sin que sus caras más cargantes terminen echando al espectador de la película. Todos son inseguros, indecisos, solitarios y sin compromisos profundos; los tres se encuentran en un permanente estado de apersonalidad ,o de personalidad cambiante, que suplen con sus distintas máscaras. Una peluca, una aplicación para ligar o una pretendida intelectualidad. Lo más admirable es la sinceridad que imprimen el director de Los hermanos Sister y su «troupe» a la cinta. En ningún momento juzga -el verdadero peligro en el que podía caer un relato sobre la generación millenniall co-escrito y dirigido por un hombre de 69 años (70 a finales de este mes de abril). En cambio, hay comprensión y madurez. Hay empatía. Y hay amor. O amores. En todas sus formas. Y ese es, quizá, el mayor logro de la película: Audiard, Mysius y Sciamma acompañan a sus personajes, se hacen sus amigos, lloran con ellos cuando están tristes y se alegran cuando se enamoran.

El Distrito 13 de París, a través de sus rascacielos, de sus cafés y discotecas, de sus comercios, y de sus espacios públicos, se convierte en una representación de sus habitantes. Un distrito cambiante. Construido como barrio residencial, quedó inacabado y ahora conviven inmigrantes y estudiantes. Alejado de su propósito inicial (establecer un suburbio para atraer a los jóvenes a través de su oferta educativa, deportiva y social), hoy día es uno de los más criticados por sus altos rascacielos. El lado oscuro (real) del idealismo alberga, sin embargo, a ojos de este equipo creativo, belleza y esperanza. Y es en ese balance que, como Tomine, logra en chistes tristes o encuentros entre personas solitarias donde se esconde la humanidad. La complejidad de la existencia social, con sus altos y sus bajos, se resume en un triángulo amoroso. Y ese es, quizá, el mayor logro de la película.

Avalon

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