El esperado regreso de un cineasta querido siempre genera grandes expectativas y, de un tiempo a esta parte, parece que estamos asistiendo a la resurreción de grandes nombres que parecían haberse despedido de las cámaras. Hace unos años, David Lynch regresó con su tercera temporada de Twin Peaks, este año han anunciado sus nuevas películas Jaime Chávarri y Víctor Erice tras 16 y 25 años desde su último estreno, respectivamente y David Cronenberg presentó en la Sección Oficial de la última edición de Cannes su primer largometraje tras (con algunos cortometrajes y alguna novela de por medio) ocho años desde el estreno de Map to the stars, recuperando un guion que escribió a comienzos de siglo. Junto a él, los actores Viggo Mortensen, Lea Seydoux y Kirsten Stewart y sus compañeros habituales, Howard Shore en las partituras y Carol Spier en el diseño de producción).
El cineasta tras Videodrome nos traslada a un futuro no muy lejano, donde los cambios medioambientales y sociopolíticos han provocado que las calles se vacíen y los seres humanos evolucionen hacia nuevas formas. En la fotografía de esas calles apocalípticas se pueden rastrear muchas ideas interesantes que darían para varias películas; sin embargo, la película se centra en una: el cuerpo. Maestro del body horror y profeta de aquello que llaman Nueva Carne, el realizador canadiense regresa al que fue su tema estrella, tras pasarse gran parte de este siglo en las junglas del cine negro, del thriller psicológico y del drama capitalista. Y no podía ser más oportuno.
En un momento en el que los cuerpos están siendo puestos bajo la lupa (la situación del aborto, el viraje de una parte del «feminismo» hacia la transfobia), el cineasta reivindica, en un poderoso y trascendente plano final, la fluidez (de los cuerpos, de la sexualidad, de la alimentación) y la necesidad de adaptarse a los nuevos tiempos —dos afirmaciones que entroncan poderosamente con lo queer y con el feminismo. Ese mensaje también se rebela, con certeza y lucidez, contra el capitalismo y los gobiernos, dos agentes que ejercen un control férreo sobre sus ciudadanos. Como decíamos en el documental de Patricio Guzmán, colectivo LGBTI, ecología, feminismo y lucha de clases son la misma guerra; una guerra que necesitamos luchar, pero que, para el autor de EXistenZ, estamos perdiendo poco a poco al comprar el tablero de juego del sistema. Así, el director canadiense demuestra la conexión profunda que sostiene con la actualidad —no reacciona, como es habitual, contra ello, evocando un pasado mejor, sino que acepta esa evolución a etapas más complejas— y que su capacidad para revolverse sigue intacta.
El gran problema es que la riqueza de esta cinta se encuentra solo en el mundo, en las ideas que le han dado forma, no en su desarrollo. El cine de Cronenberg siempre ha sido muy de concepto, pero aquí el concepto defiende la cinta prácticamente en solitario. Muchos de estos temas apenas se ven tratados en profundidad y se muestran más como bocetos, que, en muchos casos, pueden ser contradictorios, generado una lectura extraña donde el autor parece autoreferenciarse, de forma voluntaria o no, a cada paso. Crash, Videodrome o La Mosca, por mencionar los más obvios, aparecen reimaginados en Crímenes del futuro (título que ya usó en un mediometraje en 1962). Parece que David Cronenberg esté realizando un álbum de sus greatest hits a modo casi de testamento fílmico.
A eso se le suma una sensación de poca entrega y de desgana, tanto de los actores como del propio Cronenberg, que parece no controlar ni el ritmo ni el tono y pone todas sus fichas a unos diálogos de gran carga filosófica a los que es difícil entrar, pero que, si se consigue, elevan la película varios niveles. Pese a todo, Crímenes del futuro tiene carne para convertirse en un título de culto poderoso, por estos diálogos que pueden llegar a ser tan estimulantes, por su rico trabajo conceptual y por su carácter revoltoso, sectario y conspiranoico, de verdad revelada en secreto.
Título original: Crimes of the future Duración: 107 min País: Canadá, Grecia, Reino Unido Idioma: Inglés Director: David Cronenberg Guion: David Cronenberg Productores: Robert Lantos, Steve Solomos, Dietmar Güntsche, Michael Kölmel, Laura Lanktree, Panos Papahadzis, Christelle Conan, Jeff Deutchman, Ariane Giroux-Dallaire, Victor Hadida, Joe Iacono, Victor Loewy, Christian Parkes, Tom Quinn, Thorsten Schumacher, Aida Tannyan, Peter Touche Fotografía: Douglas Koch Montaje: Christopher Donaldson Música: Howard Shore Intérpretes: Viggo Mortensen, Léa Seydoux, Kristen Stewart, Scott Speedman, Welket Bungué, Don McKellar, Lihi Kornowski, Tanaya Beatty, Nadia Litz, Yorgos Karamihos, Yorgos Pirpassopoulos
Sinopsis: Cuando la especie humana se adapta a un entorno artificial, el cuerpo humano es objeto de nuevas transformaciones y mutaciones. Con la ayuda de su compañera Caprice (Léa Seydoux), Saul Tenser (Viggo Mortensen), célebre artista performativo, escenifica la metamorfosis de sus órganos en espectáculos de vanguardia. Timlin (Kristen Stewart), una investigadora de la Oficina del Registro Nacional de Órganos, sigue de cerca sus prácticas. Es entonces cuando un grupo misterioso aparece: desean aprovechar la fama de Saul para revelar al mundo la próxima etapa de la evolución humana…
Un comentario en “Crítica ‘Crímenes del futuro’”