Festival de San Sebastián 2022 (VIII)

Penúltimo día del Festival. Con la Sección Oficial ya terminada, recuperamos algunas cintas que nos han llamado la atención de diferentes secciones y Crímenes del Futuro de David Cronenberg, que, como hemos venido comentando, recibió el Premio Donostia a su carrera. También es el día de la presentación de la Película Sopresa. Este año la afortunada no es otra que Blonde. Tras su paso por el Festival de Venecia, la polémica nueva película de Andrew Dominik con Ana de Armas en el papel de Maryln Monroe llega a San Sebastián unos días antes que su estreno en Netflix.

Los renglones torcidos de Dios (Oriol Paulo) – Perlas Fuera de Concurso

Hay algo complejo y que se aleja (aunque no mucho) de los temas estrella de Oriol Paulo en Los renglones torcidos de Dios. Producida por todo lo alto por Warner Bros España tras el éxito de El inocente, Durante la tormenta y Contratiempo,  la cinta nos introduce en un hospital psiquiátrico, donde una mujer entra para investigar un supuesto crimen ocurrido hace un tiempo. El director catalán crea un thriller donde el humanismo y el cinismo se dan la mano. Con sus estilemas habituales (fotografía grandilocuente y en perpetuo movimiento, pelucas, frases impostadas y un control absoluto sobre el espectador), pero con muchos menos giros dramáticos de lo habitual, Paulo se adentra en un manicomio, donde ficción y realidad tienen sus propias normas. Su cine siempre ha sido un cine sobre las historias, sobre las mentiras y las narrativas que fructifican y aquellas que no; también ha sido un cine casi religioso, donde la culpa y el destino se entrelazan para mostrar justicia divina. Esta cinta no es diferente, si bien lo primero adquiere un mayor peso y desarrollo. Una película que pone a prueba al espectador, cuestionándole qué está viendo y si está permitiendo que le cuenten un cuento o por el contrario su sentido del rigor clínico (crítico) le permite vislumbrar la verdad. Una idea que en tiempos de conspiranoia es particularmente lúcida, pero que, en tiempos que reaccionan contra el MeToo y el «Hermana, yo sí te creo», puede alcanzar cotas pantanosas que quizá no vieron venir. Una contradicción que hace aún más interesante la cinta, convirtiéndose en la mejor obra de Oriol Paulo hasta la fecha. Jorge Sánchez.

Crímenes del futuro (David Cronenberg) – Premio Donostia

Leer crítica

Hay muchas cosas que admirar en la nueva película de Cronenberg, que es más interesante leerla como postdata (esperemos que no sea la última, en cualquiera de los casos) o autobiofilmografía, repasando los temas y las estéticas que han marcado su carrera. Desde el montaje del arma de EXistenZ a la cremallera corporal que recuerda al VHS de Videodrome o a la herida de Crash, pasando por las siempre presentes corporaciones y conspiraciones, la libertad como tema absoluto. Quizá lo más poderoso, conceptos y arte aparte, de la cinta sean las imágenes de esas calles vacías, que prefiguran un mundo apocalíptico. Pero tiene también una gran cantidad de cosas que no terminan de cuajar: los actores, el tono, el ritmo,… que dejan entrever una obra que está lejos de todo su potencial. Dicho esto, tiene carne de culto. Jorge Sánchez.

Nagisa (Takeshi Kogohara) – Nuevos Directores

Kogohara retoma un cortometraje homónimo que realizó en 2017 para desarrollar su tema central, el duelo ante la muerte de un ser querido. Sin embargo, los protagonistas del corto eran dos compañeros de clase mientras que en el largometraje son dos hermanos, Fuminao y Nagisa. Lo duro e interesante de la cinta es el misterio que se construye alrededor del supuesto cariño fraternal que atormenta al protagonista por la muerte de su hermana, que encierra —aunque tampoco con gran sutileza pues resulta previsible cuando comienza a mostrarse la situación familiar— en realidad, el abuso. La película resulta muy estimulante formalmente, contando con un montaje no líneal, con planos extremadamente oscuros donde es difícil vislumbrar algo, así como algunos largos planos secuencia a modo de phantom ride. De hecho, Nagisa parte de las leyendas de fantasmas y carreteras para finalmente desvelar, no el dolor de la muerte como refleja su sinopsis y el tratamiento del personaje del hermano, si no el dolor en vida. Con unos diálogos algo austeros y la críptica actuación de Yuzu Aoki como Fuminao, así como la fotografía, es difícil discernir con seguridad si está presente la culpa en la conciencia de este o si sería posible que fuera el propio fantasma de Nagisa lo que le atormenta. Se trata de una película difícil que tanto por su estética como por la cuestión del abuso —desembocando en unos desagradables títulos de crédito. A pesar de su corta duración, las decisiones de puesta en escena la hacen lenta, requiriendo un esfuerzo especial por parte del espectador. María Valdizán Cuende.

La piel pulpo (Ana Cristina Barragán) – Horizontes Latinos

Tras presentar la ópera prima, Alba, en San Sebastián, la directora ecuatoriana Ana Cristina Barragán se mudó hace unos años a la capital guipuzcoana. Como resultado, este año presenta La piel pulpo, una película que ha crecido entre ambos mares. Quizá por ello es una cinta coming of age, donde lo salvaje (lo marino) y lo nuevo (lo ciudadano), lo animal y la necesidad de ser querida de forma profunda dialogan a través de las aguas y las criaturas que las habitan. La realizadora cuenta la historia de tres hermanos que viven en familia en una isla marina, a unos cuantos kilómetros de la costa. Apenas han tenido contacto con la ciudad y la civilización, pues allí es donde vive su padre, quién las abandonó. Es también, por tanto, un viaje de la jungla a la ley. Más o menos. Pues no termina de cerrar ese círculo, sino que equipara la soledad de la civilización hipermoderna con el aislamiento incestuoso de la isla y concluye que lo importante es estar en familia. Con muchos ecos al cine de Eliza Hittman, La piel pulpo es una película bella y silenciosa, donde apenas se dice nada y, cuando se dice, importa más lo que se deja fuera. Jorge Sánchez.

Blonde (Andrew Dominik) – Película Sorpresa 

No se puede decir que no estuviésemos avisados. Ni por la promoción que ha incidido en el carácter ofensivo de la cinta ni por el carácter pretrumpiano de Mátalos suavemente, la anterior película de Andrew Dominik. Basándose en la novela homónima, el cineasta neozelandés ha construido, para bien o para mal, una de las películas del año y con una mimética Ana de Armas como centro. La historia se centra en los abusos (sexuales, físicos, psicológicos, artísticos) que recibieron Norma Jean/Maryln Monroe (esta dicotomía será central en la cinta) a lo largo de su vida, comenzando desde su infancia hasta el final de sus días. Y no da tregua. Llegándose a volver desagradable y grotesco. En comparación La emperatriz rebelde, Spencer o Jackie resultan melodramas ligeros. Una idea que choca con algunas decisiones que sexualizan, puesta en escena mediante, a su protagonista o minimizan su sufrimiento (el uso de la TV durante el abuso del presidente Kennedy). Al final el espectador no termina de tener claro cuál es la intención detrás tras tanto drama, pues, en un principio, uno esperaría una reivindicación de Norma Jean; a través del sufrimiento tras la máscara, pero una reivindicación de la persona, no del personaje. El baile entre las estéticas pin-up y de videoclip y los no pocos planos del culo de la actriz dicen lo contrario (¿la sexualización es intencional para el desarrollo de una crítica a la mirada del público hacia Monroe y a las formas en que se ha representado, en un gesto que haría parecer bueno a Michael Haneke?), y termina perpetuando no solo la imagen pública de la actriz de Con faldas y a lo loco (Billy Wilder, 1959), sino imponiendo esa misma imagen a Ana de Armas y continuando una serie de clichés patriarcales. Lo que es innegable es la fuerza de sus imágenes. Cambiando de formatos y de colores, la película se mueve entre las mencionadas estéticas pin-up y videocliperas y el expresionismo de luces duras y grandes contrastes y Dominik conjura un sinfín de imágenes poderosas en las que termina por primar la voluntad de epatar por encima de cualquier cosa; y cuando se corren los créditos solo queda la pleitesía, la adoración a una mártir. ¿Mártir por qué causa? Jorge Sánchez.

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