Un héroe

Ficha técnica:

Título original:

A Hero

Director:

Asghar Farhadi

Duración: 127 min

País: Irán

Idioma: Persa

Intérpretes: Amir Jadidi,

Abolfazl Ebrahimi, Mohsen

TAnabandeh, Sarina

Sarina Farhadi, Fereshteh

Sadrorafei.

A Contracorriente Films

Sinopsis: Rahim está en la cárcel por una deuda que no ha podido devolver. Durante un permiso de dos días, trata de convencer a su acreedor para que retire su reclamación de desembolso de una parte del pago. Pero las cosas no irán como tenía previsto.

Crítica:

Asghar Farhadi, el director iraní más internacional de la actualidad, siempre se ha mostrado mucho interés por un cine entre lo político y lo moral, siempre centrándose en la condición humana. En Un héroe, el cineasta se aleja del retrato íntimo para centrarse en un thriller moral donde cualquier acción desencadena una maraña de consecuencias fatídicas para su protagonista.

Este laberinto de decisiones con implicaciones filosóficas busca deconstruir, no sin cierto cinismo, qué significa ser un héroe. El armazón de la cinta, y su principal valor, es un argumento cimentado en una gran cantidad de giros de guión que llevan a la desesperación de Rahim -la notable interpretación de Amir Jadidi sirve en gran medida como el vehículo perfecto para los cauces del relato. Un descenso a los infiernos asfixiante que se transmite con maestría y que, sin comprometer la naturalidad, mantiene al espectador pegado a su butaca hasta el último minuto. Unos giros construidos como representación del método filosófico, pues sirven para explorar la multitud de escenarios, contemplados o no, que desvelan un mundo muy complejo y para cuestionar nuestra posición en él. No es muy difícil ver en cada pliegue del relato a alguien que mira las espaldas de las estatuas intentando aplicar la mayéutica socrática.

La deconstrucción viene por la vía del realismo que contrarresta el aparato idealista de los ámbitos heroicos. Los héroes, en tanto figuras edificantes, tienen vinculación con lo extraordinario e ideal, sea de naturaleza fantástica o no, y los actos heroicos se desarrollan en el registro de las ficciones, no en la realidad. Es decir, los relatos se encuentran en un plano superior, el del pensamiento, desde el que se pueden permitir observar la realidad y comentarla; en Un héroe, Farhadi arrastra lo primero hacia lo segundo para intentar integrarlo y, así, observar cómo se desenvolvería una idea en la complejidad del mundo y para, en el fondo, descubrir que lo primero no es real. Y esto se sustenta gracias a la humanidad de sus personajes generada a través de la desesperación, el deseo y las contradicciones y potenciada por una puesta en escena al servicio de la narración, invisible y costumbrista.

No debemos dejar de lado el cinismo que impregna esta gran obra, transparentándose a través de la forma y culminando en un último plano tan cruel como magistral. Un héroe es, por encima de todo, una fábula moral -su estructura es similar a la parábola china de El viejo y su caballo, donde cada giro de los acontecimientos, aparentemente favorables o lo contrario, son recibidos por el viejo con un «buena o mala suerte, ¿quién sabe?»- que da una mensaje sobre la imposibilidad de una moral inmaculada. Una moraleja sobre «mejor no dar moralejas». Una mayéutica sin pedagogía. Una postura cínica definida muy bien por Rafael Azcona en La escopeta nacional: «apolítico, total, de derechas, como mi padre.»

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