Ficha técnica:
Título original:
Red Rocket
Director: Sean Baker
Duración: 130 min
País: Estados Unidos
Idioma: Inglés
Intérpretes: Simon Rex,
Bree Elrod, Brenda
Deiss, Suzanna Son,
Vickie Pearce, Ethan
Darbone, Judy Hill,
Shih-Ching Tsou,
David Maxwell

Sinopsis: Mikey Saber es una estrella del porno, caída en desgracia, que regresa a su ciudad natal, en Texas, aunque realmente nadie le quiere de vuelta.
Crítica:
En Red Rocket, no sólo encontramos a un cineasta con una voz clara y consolidada, sino también con una obra consistente y la atención necesaria de la industria para financiar sus proyectos. Desde su debut en la década de 2000 con Four Letter Words, Sean Baker ha recorrido un largo camino de quince años y cuatro películas antes de que, con Tangerine (2015), fuera reconocido como un director prometedor dentro del cine independiente estadounidense. Poco después, The Florida Project (2017) demostró que Baker podía ser un contendiente respetable a los grandes galardones, consiguiendo nominaciones para el actor Willem Dafoe en los principales premios de la industria estadounidense y siendo reconocida como una de las películas más aclamadas por la crítica de ese año.
A pesar de haber abandonado, aparentemente de forma definitiva, las imágenes digitales captadas por los smartphones en favor de una cinematografía analógica en 16 mm, la elección de los temas, el tratamiento que se les da y el estilo empleado denotan una continuidad en relación con sus cintas anteriores. La mirada de Baker se dirige continuamente a captar la vida de los grupos marginados, especialmente los inmigrantes ilegales y los profesionales del sexo, buscando revelar el contraste con las imágenes producidas por la industria cultural americana: sueños inalcanzables que, sin embargo, seducen a sus personajes.
Hay un discurso en la película que parece muy próximo a lo realizado por Lorene Scafaria en Estafadoras de Wall Street (2019) donde la personaje de Jennifer López expone de manera sintética: “Esta ciudad… todo este país es un club de striptease: Hay gente lanzando dinero y gente bailando”. Mikey Saber, el protagonista al que da vida Simon Rex, es uno de los personajes que sigue el baile, pero él se cree lo bastante experto como para tener las riendas. Incluso en los momentos donde deambula por el valle de su arco narrativo, Saber continua creyendo que es señor de su propio destino, que es un self-made man y que logrará volver a su posición de prestigio en la industria pornográfica de Los Angeles por los mismos medios que se alzó allí por la primera vez.
Es en esta ingenuidad ante los obstáculos que se interponen en su camino donde encontramos uno de los principales elementos de humanización del personaje, que hace posible su identificación con el espectador. Sobre todo porque pocos antihéroes contemporáneos han sido tan moralmente reprobables como Mikey Saber. En este sentido, Baker y Rex conducen magistralmente al personaje, siempre en el umbral entre una mirada crítica externa y una inmersión completa en la perspectiva del personaje. Una propuesta aún más arriesgada por mantener los hechos completamente en una zona gris, con frágiles límites morales, en un momento en el que el público exige cada vez más una aproximación pedagógica en la ficción, donde exista una clara polarización moral y que se castigue explícitamente el mal comportamiento de los personajes.
Por cierto, Red Rocket puede no ser la obra más brillante de Sean Baker, pero definitivamente es la más instigadora y provocadora. Una obra que demuestra la capacidad del autor para sacar jugo de los pequeños equipos y de la improvisación, trabajando con los personajes, las locaciones y los actores más improbables. Y es la manera en la que permite a sus actores, la mayoría caras desconocidas -el propio Simon Rex no es conocido especialmente por sus habilidades dramáticas-, florecer en pantalla, cautivar y expresarse sin tabúes, que es el gran triunfo de Baker como cineasta.