Ficha técnica:
Título original:
Moneyboys
Director: C.B. Yi
Duración: 116 min
País: Austria, Taiwán,
Francia, Bélgica
Idioma: Chino
Intérpretes: Kai Ko,
J. C. Lin, Bai Yufan, Zeng
Meihuizi, Sun Qiheng,
Lu Yan-ze, Daphne Low

Sinopsis: Fei se gana la vida en la gran ciudad trabajando en la prostitución. Su mundo se derrumba cuando se da cuenta de que su familia acepta su dinero pero no su forma de vida ni su homosexualidad. Con el corazón roto, Fei lucha por comenzar una nueva vida.
Crítica:
Una de las bases de la crítica moderna de sesgo postestructuralista es el planteamiento de que el contexto no debe interferir y limitar la lectura, o análisis, del texto. Esta postura, principalmente en lo que se refiere a la negación a la fijación de un mensaje — una verdad definitiva transmitida y definida por el autor en la obra— fue trasladada de la crítica literaria a otras artes y, hoy en día, orienta el trabajo de un gran parte de los críticos y analistas cinematográficos. Así, el poder de expresión y comunicación pasa al crítico que, como lector, puede, describir el proceso emocional destellado por el encuentro con las cadenas de significación de la película, proponer interpretaciones y poner en valor los más distintos aspectos de la obra. Sin embargo, en el caso de Moneyboys, parece importante situar la película en su contexto de producción; nunca encerrando su interpretación, pero proponiendo una reflexión más amplia.
A lo largo de las casi dos horas que dura la película, seguimos la crónica de Fei (interpretado por la estrella taiwanesa del cine y la música, Kai Ko) como trabajador sexual ilegal, su tránsito entre su pueblo natal y las grandes metrópolis del sur de China, y sus escasas relaciones socioafectivas. Siendo una persona de pocas palabras, lo que logramos saber de su interior viene por sus contestaciones directas y sus miradas silenciosas. En la composición corporal del personaje por parte de Kai Ko se puede sentir el peso que carga en relación a su pasado: por un lado, el deber para con su familia, que está dispuesta a aceptar su dinero, pero no su estilo de vida; y, por el otro, los sentimientos de culpa y deuda hacia Xiaolai, un antiguo amante. En este aspecto la película logra una representación queer muy interesante, enseñando las angustias del personaje y localizando sus fuentes en la turbulenta relación con su sociedad y con la marginalización que sufre como consecuencia de su trabajo, pero sin adoptar en ningún momento una visión moralista que localizaría estas angustias en el ámbito de castigos por su comportamiento y identidad sexual.
Al igual que el protagonista está atrapado en una sociedad en la que no encaja del todo, la película se encuentra atrapada en un modo de representación, una mirada, que se ve ajena a los procesos sociales que pretende revelar. La película está rodada enteramente en la isla de Taiwán, en condiciones políticas y económicas muy distintas a las que viven sus hermanos de la China Continental. El recurso de utilizar locaciones distantes a los sitios representados en pantalla es una práctica común, que muchas veces es esencial para la viabilidad de la producción y que generalmente no supone un gran problema, pero que, cuando la sumamos a la forma fílmica de Moneyboys, nos encontramos con una trampa discursiva.
C.B. Yi capta las acciones con largos planos siguiendo los preceptos de su maestro, el austriaco Michael Haneke, de preservar la continuidad de las acciones de sus personajes. Esta estética logra aquí un efecto naturalista, con rasgos del documental, que es capaz de convencerte de estar mirando la vida en sí misma. En el mismo sentido, los temas son abordados con una clara intención universalista, pero esta búsqueda por una narrativa universal se ve tan acentuada en determinados momentos que se pierde el rastro de cuestiones locales a donde se la ambienta. Al final, Moneyboys palidece por desperdiciar la potencialidad de sus propias contradicciones —como entre artificio y realidad, inherente al cine como arte, o por ceder en su compromiso con lo particular frente a lo universal–, pero sigue una ópera prima de las más interesantes y encantadoras entre lo que hay de reciente en el cine queer.