Ficha técnica:
Título original:
La Fracture
Director: Catherine Corsini
Duración: 98 min
País: Francia
Idioma: Francés
Intérpretes: Valeria Bruni
Tedeschi, Marina Foïs,
Pio Marmai, Aïssatou
Dialo-Sagna, Jean Louis
Coullo’ch, Camille
Sansterre

Sinopsis: Raf y Julie, una pareja a punto de romperse, se encuentran en un servicio de urgencias completamente desbordado en la noche de una gran protesta de los “chalecos amarillos” en París. Su encuentro con Yann, un manifestante herido y colérico, hará añicos sus certezas y prejuicios. En el exterior, la tensión va en aumento y el hospital tiene que cerrar sus puertas. La noche será larga…
Crítica:
La Fractura es un título extremadamente sintético, pero no es, en ningún caso, reduccionista a la hora de expresar en dos palabras una narración con tantos matices como una pintura impresionista. El guión, firmado por Catherine Corsini en colaboración con Agnès Feuvre y Laurette Polmanss, parte de una situación a nivel micro y literal —una rotura en la pierna o en el codo— para desarrollar un análisis que llega al nivel macro del desgarro del tejido social francés, que es la crisis de la democracia representativa en el capitalismo tardío. En el espacio comprendido entre estos dos puntos de aproximación al tema, la película desarrolla, el concepto que da nombre a la cinta se presenta de forma amplia y diversa, explorando al máximo las posibilidades que encierra su premisa dramática.
Salvo el prólogo, en el que se nos presentan los personajes centrales y sus relaciones fracturadas, la acción de la película se desarrolla íntegramente en el espacio de urgencias de un hospital. El encuentro entre Raphaëlle (Valeria Bruni Tedeschi), una caricaturista de clase media que necesita su codo roto para trabajar y que se enfrenta al proceso de separación impuesto por su esposa, Julie (Marina Foïs), y Yann (Pio Marmaï), un camionero que se fracturó la pierna durante una manifestación con los chalecos amarillos, ocupa el centro de la escena. La tensión crece exponencialmente a la medida que los personajes se ven en un hospital abarrotado y precario con pocos profesionales para atenderlos, mientras que en el exterior, el enfrentamiento entre los chalecos amarillos y las fuerzas de seguridad nacionales continúa de forma implacable y violenta. En ese sentido, la construcción de la narrativa recuerda a una pieza teatral: enclaustrada en un único ambiente y en un periodo de tiempo continuo. En el tono, se mezclan momentos de drama con otros que se acercan al thriller y otros en los que Corsini se adentra en la comedia de enredos y la parodia.
En esta dinámica de grandes variaciones emocionales, destacan la mano firme de Corsini que mantiene todo cohesionado y el brillante trabajo de los veteranos actores Valeria Bruni Tedeschi, Marina Foïs y Pio Marmaï, que se mueven entre diferentes niveles de actuación dramática con naturalidad y seguridad. Pero es la actriz Aïssatou Diallo Sagna la que más brilla, una profesional de la salud en su primer trabajo cinematográfico. No es de extrañar que recibiera una lluvia de aplausos y elogios en el estreno de la película en el Festival de Cannes y que luego fuera reconocida con el César a la mejor actriz de reparto por su trabajo.
La película es a menudo descrita por la crítica y la prensa como parte de un linaje de películas de realismo social con el fin de validar y reforzar su relevancia en el contexto sociopolítico actual y otorgarle un estatus casi documental o la realidad en si misma; sin embargo, la aproximación estética y narrativa de la película a la realidad va por otro camino, mucho más alineado con la experiencia del melodrama social. Esta inclinación se manifiesta en la búsqueda de una colectivización y universalización del tema, un tratamiento alegórico de los personajes y una clara posición política y moral. Igualmente, debido a este sesgo, a menudo se acusa a la película de ser panfletaria… En primer lugar, es sorprendente que ese adjetivo siga utilizándose de forma peyorativa y, peor aún, indiscriminada para describir cualquier obra que no se esconda tras una pretensión de neutralidad política. En segundo lugar, aunque la película tiene un mensaje político muy claro, en ningún momento se transmite de forma sistemática y los fines (la comunicación de un mensaje) suplantan a los medios (la experiencia cinematográfica).
Y, hablando de la experiencia cinematográfica, es innegable que La Fractura es una experiencia visceral, que golpea al espectador de forma tan directa que resulta imposible no verse fuertemente afectado por ella, para bien o para mal. Esta es la gran baza y el gran encanto de la película, no deja de suscitar el debate, ya sea en el medio cinematográfico o social, ya sea en Francia o en el resto del mundo.