M. Night Shyamalan es un cuentacuentos. Y sus películas adoptan la forma tradicional de los cuentos: una premisa muy poderosa, un desarrollo de las acciones metafórico y una clausura con moraleja. Es ese carácter sencillo de sus historias que su cine provoque dos reacciones, con sus respectivos grises e intersticios: indiferencia/rechazo hacia sus argumentos y lógicas narrativas o admiración hacia sus formas cinematográficas. No obstante, hay una tercera opción que consiste en la visión de su cine como uno de los principales exponentes actuales que se inscriben en esa tradición. Cierto es que esta mirada encaja mejor con una época de esplendor y que, de un tiempo hasta esta parte, el director está más cerca de la parábola religiosa que del cuento social; sin embargo, incluso en Llaman a la puerta, una película de clara iconografía cristiana, la vena cuentista termina por ver la luz.
Cuatro desconocidos, los cuatro jinetes del apocalipsis, invaden la cabaña vacacional de un matrimonio gay con un mensaje: han sido elegidos y deberán sacrificar a uno de sus miembros para evitar el fin de la humanidad. Con una premisa que tiene no poco de similar con la comedia indie española dirigida por Albert Pintó y Caye Casas, Matar a Dios (2017), el director indioamericano continua su etapa mística que pareció iniciarse con Servant (2019-2023) y Tiempo (2021). Si en esta última, los objetos de estudio eran, a través de una playa con condiciones sobrenaturales, la vida y la muerte, en Llaman a la puerta el foco está sobre la sociedad y nuestras relaciones básicas.
No queda tan lejos, en su planteamiento, de obras maestras y títulos notables de la filmografía de Shyamalan, como son Señales (2002), El Bosque (2004) y El incidente (2008); películas, por otra parte, muy influidas por el 11S, como esta parece estarlo por la pandemia y el trumpismo. Y es precisamente en la comparación con aquellas que sorprende su viraje ideológico. Quedan lejos el cuestionamiento de las sociedades religiosas y los mitos sociales o el estudio del terror social que podía provocar la cotidianidad cuando la paranoia y la casualidad entraban en juego. En su nueva película, Shyamalan se debate entre un humanismo muy ingenuo y un cinismo ultraconservador, decantándose (quizá de forma involuntaria) por lo segundo, para abordar temas como el perdón, el amor por el prójimo y el sacrificio individual en pos de un bien mayor.
Dicho todo esto, como ya ocurría en Tiempo, la premisa en el cine de Shyamalan es una mera excusa para un ejercicio de estilo. La historia y el argumento quedan de lado y el interés se encuadra en la forma cinematográfica, con particular atención al uso de la cámara. En este caso, el ejercicio de estilo se ha quedado corto. Más contenido y menos inventivo que otras veces, Shyamalan encierra toda su acción en un espacio y lo rueda con la suficiente pericia como para evitar la monotonía visual; la mayor parte del tiempo. Su juego con el fuera de campo y, sobre todo, con el foco aísla y separa a sus personajes, al tiempo que da dinamismo a la imagen.
Llaman a la puerta seguramente sea lo peor del Shyamalan bueno. Es decir, es una película que está por encima de la media (y por encima de After Earth, 2013, y Avatar: el último guerrero, 2010), pero que termina sabiendo a poco, a obra menor en la filmografía de su director. Una película que, como está empezando a suceder con los primeros trabajos del cineasta, será reivindicada en el futuro, pues, a medida que nos desliguemos del presente, aflorarán lecturas y la película irá creciendo en personalidad, a medida que se pierda el contexto, quedará la forma. Y Llaman a la puerta, incluso siendo uno de los momentos más bajos de la carrera de M. Night Shyamalan, sigue siendo una lección de forma.
Título original: Knock at the cabin Duración: 100 min País: Estados Unidos, China Idioma: Inglés Director: M. Night Shyamalan Guion: Steve Desmond, Michael Sherman y M. Night Shyamalan Productores: Marck Bienstock, Ashley Fox, Christo V. Konstantakopoulos, Ashwin Rajan, Steven Schneider, M. Night Shyamalan Fotografía: Jarin Blaschke, Lowell A. Meyer Montaje: Noemi Katharina Preiswerk Música: Herdís Stefánsdóttir Intérpretes: Dave Bautista, Jonathan Groff, Ben Aldridge, Kristen Cui, Rupert Grint, Nikki Amuka-Bird, Abby Quinn, William Ragsdale.
Sinopsis: Durante unas vacaciones en una cabaña en un bosque alejada de todo, una niña y sus padres se convierten en rehenes de cuatro desconocidos armados que obligan a la familia a tomar una decisión imposible para evitar el apocalipsis. Con acceso limitado al mundo exterior, la familia deberá decidir qué creer antes de que todo esté perdido.