Crítica ‘La Hija Eterna’

Puntuación: 4 de 5.

El cine de Joanna Hogg, desde su debut en el largometraje con Unrelated (2008), siempre ha estado erigido desde la autoficción. Con personajes que hablan de ella misma y que se construyen desde sus experiencias vitales, estableciendo puentes que retroalimentan la ficción. Así, en la mencionada Unrelated la protagonista sufría una crisis existencial a raíz de la llegada de la menopausia o en el díptico The Souvenir (2019) y The Souvenir Parte II (2021) la cineasta miraba a su pasado, concretamente a la intermitente relación (tóxica) con un adicto durante sus años de formación en la escuela de cine.

La Hija Eterna sigue participa de esta corriente una forma incluso más explícita (no solo Tilda Swinton retoma el papel de su hija en el díptico previo, sino que la película que vemos es la película que la protagonista está intentando escribir); sin embargo, al mismo tiempo, converge con una de las tendencias más poderosas de los últimos años que ha impregnado cualquier ámbito cultural: la maternidad.

Una madre anciana y una hija —interpretadas ambas por Tilda Swinton— comparten unas vacaciones en un remoto y antiguo hotel en Gales, antiguamente su casa familiar. Poco a poco, de forma sutil, el desenlace empieza a cocerse fuego lento; primero es una recepcionista algo desinteresada; luego, unos ruidos; después, puertas que se abren solas; y así hasta alcanzar a un espectro que toma presencia en una ventana por la noche, cuando Julie vuelve de sus paseos nocturnos. Y en ese momento el relato, que no se había ocultado mucho, se sincera como un cuento gótico, como una fantasmagoría; algo que coge mucho más peso y carga dramática al llegar a la revelación final (que no es revelación, pues ni juega al suspense y está en el propio título), cuando el golpe emocional que retumba en lo más profundo.

Es la condena a ser siempre hija, es el miedo a perder a la madre y el desamparo existencial que eso conlleva, es la responsabilidad de estar a la altura, es la soledad. Es esta visión de las relaciones maternofiliales, escrita desde las entrañas, la que termina de dar una dimensión oscura, problematizadora y poco explorada a La Hija Eterna, que parece ir en contra de las tendencias actuales —de cierta manera, es el reverso tenebroso del humanismo de Petite Maman (Céline Sciamma, 2021). A eso se le suma que todas las lecturas inter/metatextuales en relación con el díptico previo y sus intérpretes, Honor Swinton Byrne y Tilda Swinton. Al final de todo este camino están las historias, el único elemento sanador, bien para la madre que recuerda con alegre tristeza distintos momentos de su infancia y vida en ese edificio y que Julie graba meticulosamente, bien para la hija que construye toda una película en honor a su madre. Todo ello, configura un relato de corte profundamente (neo)romántico, donde la expresión y la exploración del yo es el eje fundamental en torno al que giran todos los elementos y la pesadumbre existencial la forma de alcanzar lo sublime.

Una película de fantasmas donde no hay susto ni sorpresa. Es la imagen, y solo la imagen, la que a lo largo de los dos primeros tercios de cinta sostiene la narración. Es su paleta de color (¡esos verdes hitchockianos!), es la película analógica (y la textura y el grano que aporta), es uso del plano/contraplano, es la ambientación romántica entre cementerios, arquitectura (neo)gótica y extensos jardines brumosos, es la afable y herida doble interpretación de Tilda Swinton, es la noche que acoge (casi) toda la acción, es la música, es el cuestionamiento de lo real, de la propia narradora y de la materia fílmica.

Joanna Hogg retoma el relato gótico, que siempre estuvo ligado de alguna manera a los miedos y deseos femeninos, y lo inserta en un contexto plenamente contemporáneo, tanto a nivel de temas (la maternidad, la autoficción) como de formas —no está muy lejos de los relatos góticos de Pablo Larraín, particularmente Spencer (2021). Con todo, la realizadora británica de 63 años continua explorando(se) en una película que corre el riesgo de ser considerada una obra menor de la cineasta, a la vera de The Souvenir. Nada más lejos de la realidad.


Título original: The Eternal Daughter Duración: 96 min País: Reino Unido, Irlanda, Estados Unidos Idioma: Inglés Dirección: Joanna Hogg Guion: Joanna Hogg Productores: Ed Guiney, Joanna Hogg, Andrew Lowe, Emma Norton, Eimhear McMahon, Pose Garnett, Martin Scorsese Fotografía: Ed Rutherford Montaje: Helle le Fevre Música: Ciara Elwis, Maggie Rodford (supervisores) Intérpretes: Tilda Swinton, Louis, Carly-Sophia Davies, Joseph Mydell

Sinopsis: Una mujer y su anciana madre deben enfrentarse a secretos enterrados hace mucho tiempo cuando regresan a su antigua casa familiar, una antigua gran mansión que se ha convertido en un hotel casi vacío lleno de misterio.


Elastica Films / Filmin

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