Ficha Técnica
Título original: Grosse
Freiheit
Director: Sebastian Meise
Duración: 116 min
País: Austria, Alemania
Idioma: Alemán
Intérpretes: Franz
Rogowski, Georg
Friedrich, Anton von
Lucke, Thomas Prenn.

Sinopsis: En la Alemania de la posguerra, Hans es detenido por ser homosexual. Debido al párrafo 175 del código penal alemán, que tipifica como delito los actos homosexuales entre hombres, su libertad es sistemáticamente destruida. La única relación estable en su vida será con su compañero de celda desde hace tiempo, Viktor, un asesino convicto.
Crítica
No es de extrañar que una película que trata del tema de la represión de las sexualidades disidentes esté llena de miradas furtivas; sin embargo, Sebastian Meise busca, más allá de la presencia de estas en las relaciones entre los personajes, las lleva también al terreno de la estética y la puesta en escena. Fragmentos rodados en película de 8mm se intercalan con los créditos iniciales, la música de los engranajes del proyector va y viene junto a ellos, revelándonos un universo oculto de deseo y goce en un baño público. Captados por una cámara oculta tras un falso espejo, son utilizados como prueba en el proceso judicial que lleva al protagonista Hans Hoffmann (Franz Rogowski) nuevamente a la cárcel en 1968.
Poco a poco, nos damos cuenta de que no es la primera vez que Hans está en esa cárcel, incluso le vemos muy habituado a la rutina, al trabajo en los talleres y a algunos internos. Es en el momento en que él es puesto en confinamiento solitario cuando que comienza una serie de flashbacks que alternan la línea temporal de 1968 para relatar los períodos que él estuvo encarcelado (1945 y 1957). En este sentido, el trabajo de montaje y guión logra que el trenzado de líneas temporales esté muy bien articulado, y nada parece exagerado, fuera de tono o gratuito.
La interpretación de Rogowski colabora para mantener esa continuidad y, aunque trabaja con un personaje que revela poco de su interior a través de las palabras, consigue representar de manera palpable la maduración de Hans en los veintitrés años que abarca la narración. Una prueba más del innegable talento del actor alemán. También destaca Georg Friedrich -reconocido con el premio al mejor actor por el Festival de Sarajevo- interpretando a Viktor Kohl, un asesino convicto que es el único que está presente desde que compartió celda con Hans en 1945 hasta el día de la suspensión de su condena en 1969. Esta constancia crea un contrapunto entre ambos, que a lo largo de los años se convierte en un punto de anclaje a la vez que los compañeros de celda y los intereses romántico-sexuales van y vienen.
En Great Freedom el aspecto panfletario de la denuncia social queda en segundo plano, en favor de un tratamiento con matices melodramáticos centrado en las relaciones afectivas. Se valora más la resistencia que el sufrimiento infligido. En este sentido, se rescata el gran motivo melodramático del amor imposible, pero no personificado en un solo personaje que canalice todo el deseo del protagonista, sino pulverizado en múltiples y frugales relaciones. Algo parecido a lo que ocurre en Frantz (2016) de François Ozon, donde Anton von Lucke también interpreta a un violinista al que se le impide vivir su amor en totalidad – y aquí no creo en las casualidades.
Ya en las secuencias finales, creemos que Hans ha encontrado su libertad. Al volver al universo oculto del principio de la película, él se pasea por la luz y la oscuridad en búsqueda de su deseo. En medio, desnudos desenfocados y miradas furtivas que él no encuentra más y, poco a poco, percibe que lo que busca no está en la ‘gran libertad’. Su resolución frente a esta constatación no parece racional de primeras, pero en el modo melodramático el corazón lo justifica todo.
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