Última noche en el Soho

Ficha Técnica

Título original:

Last night in Soho

Director: Edgar Wright

Duración: 118 min

País: Reino Unido

Idioma: Inglés

Intérpretes: Thomasin

McKenzie, Anya Taylor-Joy,

Matt Smith, Terence

Stamp, Diana Rigg,

Rita Tushingham.

Universal Pictures España

Sinopsis:

Thriller psicológico con toques de terror sobre una joven provinciana apasionada por la moda que, misteriosamente, es capaz de trasladarse a los años 60 y conocer a su ídolo, una deslumbrante aspirante a cantante. Pero el Londres de la época no es lo que parece y el tiempo parece desmoronarse con oscuras consecuencias…

Rafael Bürger

En cuanto espectáculo sonoro y visual Última Noche en el Soho es una experiencia incomparable y el trabajo de reconstrucción de los encantos nostálgicos de los años 60 es fascinante, minucioso y digno de reconocimiento (no dudo que estará nominada a los BAFTA en algunos meses). Importante también es el esfuerzo de no dejar que nos entreguemos a la nostalgia ciega, pues, a medida que el sueño se convierte en pesadilla, se nos revela toda la miseria y opresión conviviendo por debajo del barniz brillante. Sin embargo, poco impide que el discurso tome un sentido moralista, condenando el sexo y castigando a la mujer que va contra el sistema patriarcal buscando hacer justicia con sus propias manos. En línea del discurso feminista muy de moda recientemente, que tiene un ejemplo claro en Una Joven Prometedora de Emmerald Fennell.

Judith Pérez

Última noche en el Soho transporta al espectador junto a la protagonista al Londres de los años 60 para acompañar a Sandy, una cantante que, persiguiendo su sueño, termina por caer en los abismos más oscuros. Edgar Wright aborda temas realmente duros, como el de la violación y explotación de mujeres. Una realidad ­-presentada desde un punto de vista original- que da más miedo que los elementos propios del género de terror. La banda sonora se presenta como uno de los puntos fuertes del film. Y el juego de las luces y espejos hace que sea una película increíblemente atractiva a nivel visual. Técnicamente increíble en todos los aspectos, aunque destacaría una dirección de arte formidable que consigue crear una particular e hipnotizante atmósfera. La dualidad moral a la que puede llegar a enfrentarte el último tramo de la película es fascinante. ¿Qué es lo correcto? ¿Hasta qué punto ciertos actos están justificados? ¿Dónde está el límite? Edgar Wright crea un elaborado cóctel que da un giro a la clásica historia de “chica que ve fantasmas”.

Jorge Sánchez

Edgar Wright, a lo largo de su carrera, se ha caracterizado por interpretar a su manera los géneros -teniendo en cuenta el éxito fulminante que ha golpeado a cineastas como Quentin Tarantino, no haya golpeado al director británico quién, poco a poco, está saliendo del estatus de cineasta de culto-. En Scott Pilgrim contra el mundo, la coming-of-age adolescente; en Zombies party, el cine de zombies; o, en Baby Driver, las películas de atracos y persecuciones. En su nueva película, el director se adentra en el terror bajo la máscara de un thriller. Ese armazón le permite desarrollar un relato sobre la idealización del pasado -recordando lo bueno y olvidando lo malo- y la necesidad de evolucionar como individuos, pero también como sociedad. Y en esa reflexión meta, demuestra un mayor grado de madurez que el director de la exquisita Érase una vez en Hollywood. Quizá lo menos comentado, pero más interesante de Última Noche en el Soho, es su sentido del humor. Pese a no ser una película cómica, está construida como si lo fuese, de esta forma, puede ahondar en el drama y el terror, al tiempo que hallar momentos de respiro y de alivio de la tensión. Ya más comentado, pero no por ello menos admirable, es su absorbente puesta en escena, su tratamiento de la cosificación de la mujer (cuyo epicentro es Eloise, no Sandy) y las estelares interpretaciones de sus dos protagonistas, Anya Taylor-Joy y Thomasin McKenzie.

María Valdizán Cuende

En comparación con su filmografía anterior, la nueva película de Edgar Wright se presenta como su película más realista y, aparentemente, madura hasta la fecha; si bien es el distanciamiento del humor y la acción -para adentrase en el thriller psicológico con toques de terror y fantasía- lo que genera esa falsa sensación. El carácter realista no ha de entenderse en la vía naturalista europea, sino como un realismo pop, donde se usa la carga metafórica para desromantizar el pasado (y mostrar sus peligros) y enseñar sus similitudes con la actualidad. La película se fundamenta en las dos actuaciones estelares de Thomasin McKenzie y Anya Taylor-Joy -que, en el sentido negativo, hacen que sea una obra menos coral y con unos secundarios apenas abocetados- y una puesta en escena arrolladora. El director británico mantiene su característico uso de la música y del montaje -aquí, más invisible-, pero añade un cuidado trabajo de arte, vestuario y maquillaje y un uso del color más autoconsciente. El resultado es una de las películas más evocadoras y sorprendentes del año.

Universal Pictures España

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