A Andrew Dominik se le puede inscribir dentro de este grupo de cineastas extranjeros (Pablo Larraín, Baz Luhrmann, Jane Campion o Alejandro G. Iñárritu, por mencionar unos pocos) que operan en Hollywood y deconstruyen sus símbolos (y los de Estados Unidos). El director neozelandés ya trató la mitología del western en El asesinato del Jesse James por el cobarde Robert Ford (2008) y la crisis del 2008 en Mátalos suavemente (2012), sus dos obras más conocidas hasta la fecha de hoy, cuando, tras un parón de casi diez años en los que ha realizado dos documentales musicales sobre sus amigos Warren Ellis y Nick Cave y algunos episodios de Mindhunter (2017-), presenta su particular mirada a uno de los símbolos del Hollywood clásico: Marilyn Monroe.
Basándose en la novela de Joyce Carol Oates, Dominik presenta una serie de escenas, de estampas, que reconstruyen la vida tras algunas de las imágenes más famosas que hemos conocido de Monroe. Escenas que tienen poco en común, salvo el sufrimiento que se esconde tras ellas: la vida tras la sonrisa perfecta. Los abusos a Norma Jean Baker comienzan antes de su nacimiento, cuando su padre abandona a su madre embarazada (abandono que, para Dominik, será el pilar que marcará su personalidad y sus relaciones vitales), y continúan en su infancia, cuando su madre se venga, verbal y físicamente, de su situación con su hija hasta que ésta entra en un orfanato. Es entonces cuando la película da un salto de varios años (y de un marido, que se omite) hasta sus primeros castings y papeles (y, con ello, los abusos). A partir de ese momento, pocos serán los momentos de felicidad, adscribiéndose a una estética del sufrimiento (que entra de lleno y con profundidad en el misery porn).
La película ofrece pocas certezas: Ana de Armas es el principio y el fin de la película, su razón de ser. La actriz cubana, cuya imagen pública no deja de ser, aunque tamizada por el filtro de la época, similar a la de Monroe, ofrece su mejor interpretación hasta la fecha, aquella donde exhibe sus capacidades y se consolida, vía tour de force, como una de las estrellas del momento. Otro elemento innegable es su adscripción a este nuevo subgénero de mujeres «de clase alta» que viven un calvario, mártires, por sus circunstancias, en este caso una industria y un mundo sexualizador, siendo, de todas estas cintas, la más cruel y desagradable, incidiendo en el sufrimiento y el dolor.
Una última certeza está en lo arrolladora de su estética. O estéticas. Andrew Dominik navega entre la estética pin-up de colores pastel que tanto se ha asociado a Monroe y la imaginería del videoclip moderno y el expresionismo claroscurista, cambiando a voluntad (sin un criterio aparente) entre ambas y generando una imagen líquida, que se niega a definirse. Imágenes de un grandísimo brío y emoción, pero que también resultan superficiales y pop, más centradas en la apariencia que en un desarrollo psicológico del personaje. Quizá la comparación más precisa la encontramos en el cine de Zack Snyder, con esa puesta en escena católica, poderosa, expresiva y excesiva de Batman vs. Superman (2016) y La Liga de la Justicia de Zack Snyder (2021).
Más allá de eso, un terreno de dudas infinitas donde las contradicciones, las realidades complejas y la falta de transparencia/desarrollo de algunas incógnitas nublan e impiden una lectura rectilínea. Mucho se ha hablado (y se va a hablar) de Blonde, con cierta tendencia a la polarización y la división y, como suele ser habitual, ambos lados tendrán parte de razón.
¿Hay sexualización? Es innegable que hay muchos desnudos y bastante sexo, incluyendo no pocas violaciones, que siempre resultan incómodas y violentas; ahora bien, es cierto que el cineasta no se corta a la hora mostrar gratuitamente el culo y el cuerpo de Ana de Armas, siendo la más reveladora aquella que muestra, en la grabación de la famosa escena de la falda de La tentación vive arriba (Billy Wilder, 1955), a Marilyn desde atrás. Blonde es una película muy sexual que entiende a Marilyn Monroe desde lo sexual, pero… ¿acaso lo sexual no fueron los cimientos de su imagen pública?
¿Se esconde en Blonde una crítica a la mirada del público, responsable último de la suerte de Monroe? Puede ser, y se puede argumentar con fuerza esa lectura porque algo de eso hay —cabe mencionar que la obra de Dominik se sitúa en el espectro opuesto a Elvis (Baz Luhrmann, 2022), pues, donde el australiano narraba la necesidad, espiritual y carnal, del cantante de entregarse a sus fans, el neozelandés propone una figura opuesta, la de una mujer que solo busca intimidad, paz y el amor verdadero de una sola persona; en otras palabras, Elvis Presley solo era él mismo en el escenario, Marilyn Monroe es un papel más para Norma Jean, uno que necesitó para sobrevivir—; sin embargo, la propia visión, limitada y limitante, que se nos ofrece de Norma Jean parece contradecir (o, al menos, convivir en una habitación más grande) esta lectura. Negándole cualquier atisbo de felicidad, la cinta toma como epicentro absoluto el psicoanálisis en torno al trauma por el abandono de su padre, explicando así su tendencia a la autodestrucción. Una narrativa hondamente machista y que, además, se complementa muy bien con el discurso pro-vida que salpica, a través del terror fantástico, la película (pues los abortos son el otro gran trauma de la protagonista).
¿Entra dentro de la explotación? Desde luego, pero no mucho más lejos que otros biopics, como el mencionado Elvis. Sí hay que sumarle el morbo que este subgénero no suele tener. A eso hay que añadirle que no busca, como tampoco lo buscaba el libro, ser una biografía certera, sino una historia que toma como base la vida de la actriz, una narrativa que usa la vida de la actriz y su imagen pública para el interés propio; y, en ese sentido, es honesta.
Entonces, ¿es feminista o machista? Seguramente ambas. Ya se ha comentado que Dominik, voluntaria o involuntariamente, introduce arquetipos de corte machista, mientras que deja fuera otros que podrían empoderar a Monroe, como su inteligencia, su gran cultura y su propia iniciativa, profesional y social. No dista mucho, en ese sentido, del Judy (Rupert Goold, 2019), el biopic, más convencional, de Judy Garland. Pero también es una grotesca denuncia contra los abusos (sexuales o no) en la industria cinematográfica (como la diferencia de sueldos) y fuera de ella y una crónica de las consecuencias oscuras de la revolución sexual (una liberación interesada y controlada, que ahondaba en la violencia). ¿Cuál es el trasfondo de esa crónica? ¿Es positivo? Tengo serias dudas al respecto. Hay una parte que es indudablemente progresista; sin embargo, el victimismo constante y lo limitado de la personalidad expuesta de Norma Jean, que se suma a la incisión reiterativa en los mismos temas, culpan a la propia mujer, a la que se describe como una fuerza de la autodestrucción, de los abusos que recibe. No sorprende, pues no es la primera vez que el cineasta cojea del pie derecho, pero decepciona. Y es particularmente problemático, pues parece robarle un símbolo al feminismo (el propio cineasta ha afirmado que Marilyn Monroe no es un ejemplo a seguir) y una figura clave para la revisión del pasado.
Blonde es una de las películas del año, contradictoria y poderosa. Es una cinta que, por su carácter voluble y ecléctico, no admite pensamientos absolutos y que se entiende mejor desde la pregunta. Al final, todo se resume a tres cuestiones, cuyas respuestas pueden estar comunicadas: ¿Andrew Dominik pretende que veamos a Marilyn Monroe de otra forma? Si es así, no lo consigue, pues le falta enseñarnos alguna faceta suya que no sea la de víctima sufridora. Si, en cambio, estamos ante una deconstrucción de la imagen de la actriz, triunfa por todo lo alto, a través de una puesta en escena vibrante y un tratamiento que incide en las facetas más conocidas de la actriz, retorciéndolas hasta lo grotesco. ¿Y si, al contrario que todo lo dicho, solo estamos ante un biopic morboso? Pues, en ese escenario, estaríamos ante un desperdicio de imágenes. A esas tres preguntas se le tiene que añadir una cuarta, imposible de eludir, ¿y tú cómo la ves?
Título original: Blonde Duración: min País: Estados Unidos Idioma: Inglés Director: Andrew Dominik Guion: Andrew Dominik, basado en ‘Blonde’, de Joyce Carol Oates Productores: Dede Gardner, Jeremy Kleiner, Tracey Landon, Brad Pitt, Scott Robertson Fotografía: Chayse Irvin Montaje: Adam Robinson Música: Nick Cave, Warren Ellis Intérpretes: Ana de Armas, Adrien Brody, Bobby Cannavale, Evan Williams, Xavier Samuel, Caspar Philipson, Toby Huss, Julianne Nicholson, Lily Fisher, Sara Paxton, David Warshofsky, Rebecca Wisocky, Dan Butler
Sinopsis: La historia personal audazmente reinventada de la sex symbol más famosa del mundo, Marilyn Monroe. La película es un retrato ficticio de la modelo, actriz y cantante durante los años 50 y 60, contada a través de la mirada moderna de la cultura de las celebridades.