Pasado el ecuador del festival, el drama sigue siendo el plato fuerte. La quinta jornada de Seminci estuvo marcada por dos eventos: el estreno de la nueva película —la nueva revolución— de Jafar Panahi, aun en prisión por sus protestas contra el gobierno iraní, y la gala de City of Film donde se proyectará Voy a pasármelo bien, cinta, a ritmo de los Hombres G, de David Serrano donde Valladolid es un personaje más y la Seminci un marco. Quizá no haya mejor resumen de lo que es un festival.
No Bears (Jafar Panahi) – Sección Oficial
A Jafar Panahi lo condenaron por segunda vez el pasado mes de julio de este año, sumándose a su anterior condena de 2010 de no realizar películas, escribir guiones, dar entrevistas y salir del país. Unos mesas más tarde, se presentó en el Festival de Venecia donde ganó el Premio Especial del Jurado. En su cuarto largometraje tras la prohibición de hacer cine, el director iraní carga con mayor fuerza que nunca contra el poder: el poder de las tradiciones, el poder de las palabras o el poder del miedo. Frente a ello, el poder del cine y el poder del arte. Todo ello se materializa en la historia de dos mujeres: una joven que desea huir de su pueblo para evitar un matrimonio concertado y la actriz de la nueva película de Panahi. El cineasta mezcla con inteligencia documental y ficción, saltando entre formatos con fluidez, y logrando una vez la ambigüedad de formas que le permiten rebelarse contra el poder, también desde lo estético. Pero da igual. Aunque su estética no fuese revolucionaria —juega en la liga de sus anteriores películas, no se distancia en exceso de Taxi Teherán, 3 Caras o This is not a film—, su contenido y existencia es tan importante desde lo político, pero también desde lo cultural, que cualquier otro aspecto debería ser indiferente. Y, sin embargo, construye un cóctel molotov poco más se puede decir una película tan inexorable, tan fatídica, tan subversiva Jafar Panahi vuelve a encumbrarse como uno de los realizadores más importantes de nuestro tiempo y entrega la que bien podría ser considerada como su mejor película de la última década. Jorge Sánchez.
Astrakan (David Depesseville) – Punto de encuentro
La ópera prima de este director francés, busca reflejar una dura realidad en la que muchos niños huérfanos, sin hogar terminan en familias de acogida que no son del todo adecuadas. Una de esas familias son los protagonistas de esta historia. Samuel, un niño con problemas de adaptación, pero sin aparentemente maldad, muy reservado y con un pasado que parece ocultar un verdadero trauma, se encuentra en una búsqueda incansable de cariño y aceptación, llamando la atención de manera desesperada y suplicado encontrar su lugar, un lugar donde le quieran. Aunque parece haberlo encontrado en esta familia, la carencia económica con la que conviven hace que en algunos momentos cunda la angustia. Samuel comienza a darse cuenta de que no es como él pensaba. Astrakan nos habla de abusos y maltrato, gracias a un juego de miradas, con ausencia de largos diálogos y su grabación en analógico —sino es analógico, con una edición que parece que lo sea— consigue transmitir a través de esa imagen llena de grano y rugosidad lo turbio en la que se encuentran sus vidas. Pareciera que todo va a explotar en cualquier momento, pero no, cierra de forma indefinida, con un montaje de escenas conceptuales que dejan su interpretación a juicio del espectador. Judith Pérez.
Dajla: cine y olvido (cortometraje, Arturo Dueñas Herrero) – Proyecciones especiales
Un cortometraje de observación, que nos muestra la vida de algunas de las personas que viven en el campo de refugiados saharaui en Argelia. Tradiciones y costumbres se ven interrumpidas por un festival de cine para volver después al cotidiano trascurso de la vida. La calidad y calidez de las imágenes consiguen captar esa naturalidad que transmite al espectador la cercanía y el cariño de sus gentes. Judith Pérez.
Slow Light (cortometraje, Katarzyna Kijek, Przemystaw Adamski) – Punto de encuentro
La luz de las estrellas tarda años en llegar a nosotros, puede que veamos en el cielo estrellas que ya no están ahí brillando. esta premisa parte este curioso cortometraje, en el que un niño nace con unos ojos únicos, a los que les tarada en llegar la luz siete años. Con esta diferencia de tiempo ve y vive su vida. El cortometraje habla de la perspectiva del tiempo con una elaborada animación 2D en blanco y negro que contrasta y se entremezcla de forma magistral con un colorido stop motion. Estas formas te introducen de lleno en esta especial historia dramática. Judith Pérez.
Before, Now & Then (Kamila Andoni) – Sección Oficial
Una de las sorpresas de la Berlinale fue el melodrama indonesio Before, Now and Then, que logró hacerse con el premio a Mejor actriz de reparto. La cinta de Kamila Andoni cuenta la historia de Nana, una infeliz mujer que se siente atrapada, tanto por su matrimonio como por su algunos asuntos sin resolver en su pasado pasado, e Ino, la amante de su marido, quienes entablarán una amistad. La película crece poco a poco y penetra bajo la piel con discreción y sin hacer mucho ruido, y de Las mentiras, los deseos reprimidos, los secretos y un pasado siempre presente se revelan como fórmulas para la melancolía y la tristeza, inscribiéndose la directora dentro de la tradición melodramática clásica (esa paraíso que representan su marido, su posición socioeconómica y sus hijos bien podría ser el cielo en Douglas Sirk). No obstante, los ecos claros son los de Deseando amar -esos interludios musicales, esas actuaciones de emoción contenida, la fragmentación temporal, la propia temática-, los de Wong Kar-Wai y los del melodrama asiático posmoderno. Su apartado visual puede ser más problemático. Hay momentos donde su carácter digital se hace demasiado patente o donde la desaturación y el poco contraste generan una imagen rara que, sin embargo, está muy cuidada, pero que pueden terminar echando al espectador. Como la trama, poco a poco, el espectador entra en ese imaginario visual brumoso y verdecino. El resultado es un obra extraña, que se mueve entre diferentes mundos temáticos, visuales y estéticos, y, por ello, puede que sea una de las películas más infravaloradas de este festival y de este año. Jorge Sánchez.