Crítica ‘La hija oscura’

Ficha técnica:

Título original:

The lost daughter

Director:

Maggie Gyllenhaall

Duración: 121 min

País: Estados Unidos

Idioma: Inglés

Intérpretes: Olivia Colman,

Jessie Buckley, Ed Harris,

Dakota Johnson, Peter

Sarsgaard. Paul Mescal,

Oliver Jackson-Cohen

Vértigo Films

Sinopsis: Sola en unas vacaciones junto al mar, Leda se ve consumida por una joven madre y su hija mientras las observa en la playa. Intrigada por su atractiva relación (y por su estridente y amenazante familia), Leda se siente abrumada por sus propios recuerdos del terror, la confusión y la intensidad de la maternidad temprana. 

Crítica:

La Hija Oscura entró en el panorama cinematográfico como la opera prima como directora de una actriz de gran reconocimiento como es Maggie Gyllenhaall (El caballero oscuro, The Deuce, Donnie Darko). Además, es la primera adaptación en lengua inglesa de la novela homónima de la escritora de best-sellers italiana, Elena Ferrante. La traducción del texto al inglés y el cambio de la nacionalidad de la protagonista de italiana a estadounidense no solo tiene fines comerciales, sino que también se trata de un movimiento autoral de la propia Gyllenhaall -quién también firma el guión-, que aproxima el universo narrativo construido para la película a su propio mundo. Cuando vemos a la película, no estamos mirando a imágenes mentales sugeridas por nuestra propia lectura de la novela, sino la traducción a la forma fílmica de las imágenes que la lectura que realizó Maggie Gylenhaall.

De hecho, este mecanismo de traducción y transposición se hace patente en la forma fílmica, que no niega el origen literario, ya sea a través de su tono y de su ritmo, que subrayan el aspecto más psicológico de la narración, o de su estructura narrativa en dos líneas temporales, saltando entre el presente -donde Leda disfruta de sus vacaciones en la costa griega- y el pasado -donde la vemos como una joven madre en conflicto entre los desafíos que la maternidad impone y el desarrollo de su propia carrera académica. 

En el presente, somos conducidos por un trabajo sólido de actuación de Olivia Colman, donde juega un papel especial su habilidad única para expresar sentimientos complejos y revelar movimientos internos del personaje con apenas su mirada. En el pasado, Jessie Buckley incorpora la joven Leda con mucha fuerza en el diálogo y una chispa de energía que inunda la pantalla cuando está en escena. En otro nivel dramático, una contenida Dakota Johnson hace de contrapunto a la Leda del presente, un punto de anclaje nebuloso donde la protagonista se proyecta y se desdobla, donde puede encarar su arrepentimiento, su egoísmo y sus deseos, y donde se explora la cuestión central de la maternidad.

La estructura narrativa en dos tiempos está bien atada y conectada de manera minuciosa, mencionándose recíprocamente. Aunque sí deja la sensación de que podrían funcionar muy bien como dos películas separadas, ya que lo que una aporta a la otra no es esencial ni confiere mucha más complejidad a la trama, también es cierto que, en la misma medida que es superflua, esa estructura también es bella, en gran parte por el trabajo en sintonía de las actrices que construyen a dos manos el retrato de Leda. Por otro lado, deja la impresión que algo, en nivel de la construcción de la narrativa como thriller, se ha quedado por el camino en la traducción de la obra al cine. Hay cierta arritmia en la percepción del peligro y la urgencia por parte del público y los personajes; hay momentos donde parece que se van a enfrentar a monstruos mucho mayores que aquello que podemos ver en pantalla, como piñones que caen de los árboles.

El equipo comandado por Maggie Gyllenhaall ha puesto mucha energía en realizar este retrato complejo y cautivante de la experiencia femenina como madre, como hija y como las dos simultáneamente, logrando una película consistente en su forma y en su mirada que será revisitada con frecuencia en los próximos años. De hecho, La Hija Oscura puede ser el equivalente femenino de Muerte en Venecia (Luchino Visconti, 1971), en el sentido que interroga sobre cuestiones tan universales como el paso del tiempo a través de la experiencia interior de un individuo en un fatídico viaje a los infiernos de su propia memoria.

Vértigo Films

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