Las mejores películas brasileñas de 2023

La palabra que define el año que ha pasado para el cine (y la cultura) brasileño ha sido «reconstrucción». Con la recomposición del Ministerio de Cultura, resultante del cambio politico en la presidencia del gobierno, a lo largo del año empezaron a ser retomadas las políticas de estado para fomento, apoyo y protección de la cultura. Con un inversión acorde en subvenciones a la producción cinematográfica y finalmente la recomposición de la ley que define cuota de pantalla para la producción nacional en salas de cine y cadenas de televisión, se preve un 2024 más esperanzador para los productores y distribuidores brasileños. Eso porque el efecto nunca es inmediato, según datos de la ANCINE, en 2023 (la ley de cuotas de pantalla fue aprobada solamente en las últimas semanas del año) el cine brasileño ha representado apenas 3% del total de público que ha ido a los cines a lo largo del año – a modo de comparación la mayor taquilla del año en el país, la Barbie de Greta Gerwig, sola compone cerca de 10% deste mismo total.

Eso tampoco ha impedido que los talentos cinematográficos brasileños brillaran internacionalmente. Los cortometrajes As Miçangas de Rafaela Camelo y Emanuel Lavou, y Infantaria de Laís Santos Araújo, así como los largos O Estranho de Flora Dias y Propriedade de Daniel Bandera marcaron presencia en las secciones paralelas de la Berlinale. Además, el estreno de la recén restoracion de A Rainha Diaba (1974) de Antonio Carlos da Fontoura despertó interese de cineastas y archivistas internacionales presentes en Berlin, en especial de la prestigiosa directora Claire Denis. Sem Coração, opera-prima de Nara Normande y Tião estrenó en la sección orrizonti de Venezia. Estranho Caminho de Guto Parente fue galardonado con todos los prémios dedicados a largometrajes de ficción internacionales en el Festival de Tribeca; y La Batalha… de Vera Egito recibió el Prémio Fundos de la sección Alquimias de la SEMINCI.

Pasaron por Cannes las producciones brasileñas: Crowrã: A Flor do Buriti de João Salaviza e Renée Nader Messora en Una Cierta Mirada, Levante de Lillah Halla en la Semana de la Critica, así cómo el documental Nelson Pereira dos Santos – Vida de Cinema de Ivelise Ferreira y Aída Marques, y la restoración de la obra seminal del cinema novo Dios y el Diablo… (1964) de Glauber Rocha en la sección Cannes Classics. Tambien en Cannes, el director Karim Aïnouz llegó a la selección oficial con su primer largometraje de habla inglesa, Firebrand, protagonizado por Alicia Vikander y Jude Law. En la misma medida, se destacaron en producciones internacionales los talentos emergentes de Sophie Charlotte en The Killer de David Fincher, Gabriel Leone en Ferrari de Michael Mann, y la encantadora Carol Duarte de La Chimera de Alice Rohrwacher.

Como siempre, cabe el recuerdo: si hacer una lista de lo mejor del año es un ejercicio de mirar al pasado, para el público español será un acto de mirar al futuro. De la misma manera, que algunas de las películas de esta lista se han proyectado en festivales españoles (salvo Retratos Fantasmas de Kleber Mendonça Filho, que se haya proyectado en cines comerciales) todavía queda mucho camino por recorrer para que el cine brasileño encuentre una amplia distribución comercial en España y internacionalmente. No sin dificultades, en 2023 se estrenaron en salas brasileñas un total de 188 largometrajes nacionales, estos son algunos de los mejores entre ellos y esperamos que podáis disfrutarlos lo antes posible:

10.- Medusa (Anita Rocha da Silveira)

Evocando al mito de Medusa, este horror distópico —con lo cual la directora fue galardonada mejor dirección en la sección Noves Visions de Sitges— construye una critica satírica y mordaz al discurso en torno a lo femenino en el creciente escenario del fundamentalismo cristiano y la extrema derecha en Brasil. Sacando inspiración de los giallos de Dario Argento, la atmósfera rara y neon de Bertrand Bonello y Nicolas Winding Refn, y la sonoridad de las bandas de John Carpenter, Da Silveira logra en esta mezcla de elementos una potencia estilística y tonal que la coloca por encima de otros intentos cinematográficos de fabulación distópica de una teocracia brasileña —de verdad, esta es una tendencia muy fuerte (y un tanto repetitiva) en los últimos cinco años del cine brasileño—. En el balance entre la experiencia sensorial y la aprehensión intelectual del mensaje, la primera gana la partida, no por un fallo discursivo de la película, sino porque la potencia de las imágenes y atmósfera construidas por la realizadora hablan por si mismas.

9.- Retratos Fantasmas (Kleber Mendonça Filho)

Kleber Mendoça Filho quizá sea hoy en día, si Walter Salles y Fernando Meirelles lo permiten, el director brasileño de mayor proyección internacional, en particular desde el estreno de Aquarius en el Festival de Cannes en 2016 y la explosión europea de Bacurau en 2019. Hoy, ante la inminente mudanza de la casa donde vivió durante toda su vida en Recife, el cineasta mira atrás para crear una crónica donde se mezcla autobiografía, historia del urbanismo de su ciudad (en particular por las salas cinematográficas de la ciudad) y repaso por las imágenes de su propia filmografía. Una mirada al cine que es cápsula del tiempo, que permite mirar al pasado, a lo que fuimos, a los fantasmas que aún habitan en el celuloide. Leer entrevista con el director.

8.- Pedágio (Carolina Markowicz)

Tras una opera prima que supuso un inesperado punto de inflexión estético-narrativo y discursivo para el cine brasileño, Carolina Markowicz regresa al panorama internacional con su segundo largometraje, si bien el libreto se gestó previamente a Carvão, la mejor película brasileña de 2022. Polémicas sobre la piratería aparte, Pedagio narra tres historias en paralelo, con el mismo espíritu burlón que su predecesora (aunque sin conseguir los mismos resultados): un adolescente homosexual, la relación con su madre -nuevamente la brillante Maeve Jinkings- que trabaja en un peaje y la relación de ésta con un mafioso local para ganar dinero extra con el que pagar la cristiana terapia de conversión. Con un gran angular para capturar el paisaje contaminado de Cubatão, una de las ciudades con más polución del mundo, como si fuese una metáfora visual del espíritu de un país que tiene mucho que avanzar en materia de diversidad, empatía y derechos humanos.

7.- Perlimps (Alê Abreu)

Casi diez años tras despuntar en el panorama de la animación mundial con el candidato a los Óscar O Menino e o Mundo (2014), Alê Abreu vuelve con el estreno de su segundo largometraje animado. Desde el encantador minimalismo del primero, el realizador da un salto a un estilo de animación más complejo y refinado, pasando por un compromiso con el texto, con la introducción de una trama más definida y una proliferarción de diálogos que buscan dar peso al drama de los personajes y a un mensaje político. La fábula de dos agentes secretos de reinos de fantasía enemigos que deben unirse para salvar la magia y el bosque de los gigantes no tiene el mismo impacto rotundo que la minimalista jornada de un chico descubriendo el mundo, pero no deja de impresionar el público con una explosión de colores que se mueven graciosamente y llenan la gran pantalla por 75 minutos. Igualmente, la presión de producir un trabajo en términos más comerciable, Abreu todavía se afirma como uno de los más originales artistas del cine animado.

6.- Tia Virgínia (Fabio Meira)

En este estilizado melodrama posmoderno, tres hermanas se reúnen después de años para celebrar la Navidad en familia, sirviendo una jugosa selección de resentimientos, secretos y frustraciones que alimentan el tour de force de un trio maravilloso de actrices veteranas: Vera Holtz (en el papel de la tía del título), Louise Cardoso y Arlete Salles. En su segundo largometraje, Fabio Meira —premiado con el Premio del Público en la sección Punto de Encuentro de la Seminci por su ópera prima As Duas Irenes (2017)— conduce una trama de excesos narrativos, flirteando con el pastiche, la tragedia y el folletín televisivo, pero sin nunca perderse de su objetivo de crear personajes palpables con los cuales el público pueda identificarse. Así, se monta una cinta cautivante que, a medio camino entre Bergman y la comedia bufa, fomenta la reflexión a cerca de las relaciones familiares tóxicas y los roles femeninos en la sociedad burguesa patriarcal.

5.- Andança: Os Encontros e as Memórias de Beth Carvalho (Pedro Bronz)

De mediados de los años 1970 hasta su muerte en 2019, la leyenda del samba Beth Carvalho filmó, grabó y captó centenas de horas de imágenes y de archivos de sonido, los cuales conscientemente mantuvo debidamente archivados. Su deseo confeso era que su vida fuera un museo. Muy acertadamente el documentalista Pedro Bronz no luchó en contra a este deseo al adentrarse en la sala de edición para construir la narrativa de Andança. Abolindo cualquier adición de material captado por motivo de la película, el realizador permite que el material de archivo hable por sí: imagen contra imagen, sonido contra sonido. Y así, de sus propios registros, va surgiendo una imagen de Carvalho por Carvalho, revelando su visión sobre su comunidad, sus compañeros de la música, su identidad y su país. Un retrato brillantemente orquestado a través el documentalista, que permite al espectador un encuentro particular con la cantante más allá de su finita existencia humana.

4.- A Cidade dos Abismos (Priscyla Bettim & Renato Coelho)

Es una lluviosa noche de navidad cuando un crimen y una muerte unen el destino de cuatro personajes marginales refugiados en un bar. Es con esta premisa que la dupla de experimentados directores del cine experimental superochista paulistano irrumpe su opera-prima: un noir marginal fragmentado que se construye a partir de la recuperación estética y temática de un rico catalogo influencias, homenajes y referencias del cine brasileño, pero principalmente de la ciudad de São Paulo. Enfocando en tipos sociales excluidos, la mezcla de formatos de película analógica (principalmente 16mm, con trozos en 35mm y 8mm) en que esta rodada la cinta, saca a ellos del realismo hostil de una opresora metrópoli del capitalismo tardío para lanzarles en el territorio de la fantasía, no como medio de pura evasión o alienación, pero cómo una fantasmagoría consciente de su potencia cómo ritual que invoca la justicia social de la que están sedientos estos personajes.

3.- O Marinheiro das Montanhas (Karim Aïnouz)

Tras la conquista de Cannes con su melodrama tropical La Vida Invisible de Euridice Gusmão en 2019, el director cruzó el Mediterráneo en dirección a Argelia buscando un encuentro con un pasado desconocido. Hijo del singular encuentro amoroso entre una académica brasileña y un ingeniero argelino en una universidad estadounidense de la década de 1960, Karim Aïnouz nos conduce por su diario de viaje, conociendo a una tierra con la cual no ha tenido ninguna conexión salvo la genética con su padre. Cosiendo los registros del viaje, archivos familiares, sus memorias y al mismo tiempo las fantasías despertadas por tal jornada, el director pone en marcha un conmovedeor melodrama de sí mismo, narrando una historia visceral cruzada por revoluciones, tradiciones y emociones entre tres continentes y dos océanos.

2.- Nosso Sonho (Eduardo Albergaria)

Los biopics musicales definitivamente se han esparcido por los cines del mundo como una pandemia. En Brasil, donde el cine «industrial» históricamente tiene una relación muy promiscua con la música, surge una nueva tendencia muy fuerte en el género que apela cada vez más a la memoria y a la nostalgia de cantantes y épocas que ya pasaron. La película de Eduardo Albergaria narra el rápido ascenso al estrellato de Claudinho & Buchecha, dos jóvenes surgidos de las favelas de Río de Janeiro para convertirse en el más reconocido dúo de cantantes de funk melody y responsables de establecer el género musical en las listas de éxitos radiofónicos brasileños a finales de los años 1990. El guion escapa de la trampa de apenas vomitar hechos biográficos, apostando en las emociones, el drama familiar —sustentado por un reparto de excelencia— y una banda musical envolvente para guiar la trama y lograr una de las películas más encantadoras del año, además de la mayor taquilla para el cine brasileño del año.

1.- Luz nos Trópicos (Paula Gaitán)

Estrenada en la sección Forum de la Berlinale de 2020, la película-monumento de la multiartista Paula Gaitán, finalmente encontró su espacio en las salas de cine brasileñas este año. En sus 260 minutos de duración fluimos por las aguas de una narrativa en forma de río, un tejido denso de imágenes y sonidos estructurado a luz de las cosmogonías indigenas y los cuadernos de viaje, más allá de las fronteras entre la América del Norte y la del Sur, del tiempo presente y del pasado, de lo natural y el artificio. Reconociendo el movimiento y el tiempo como elementos ontológicos del cine, Luz nos Trópicos se confirma entre lo mejor del cine al elevarlos a su máxima potencia, proponiendo un recorrido al espectador que no tiene un término cuando suben los créditos finales.

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