Crítica ‘Civil War’

Puntuación: 2 de 5.

La carrera de Alex Garland ha caído en picado en términos de complejidad y desafío. Una filmografía, que empezó por todo lo alto junto a Danny Boyle en calidad de guionista con títulos como La Playa, 28 días después o Sunshine, ahora se encuentra en horas bajas, tras su éxito como director con Ex Machina, con el estreno de títulos como Devs, Men o Civil War. Al contrario de lo que suele suceder con directores como Aki Kaurismaki, Yasujiro Ozu o Hong Sang-soo, que hacen la misma película con pequeñas variaciones argumentales subrayando las diferencias, las similitudes y los matices, Alex Garland siempre ha mantenido el mismo discurso sin variaciones, oculto en argumentos de ciencia ficción tan dispares entre sí que camuflan un poco el monolito. 28 días después no es muy diferente a Civil War: su nihilismo adolescente, su análisis misántropo que se cree más sagaz de lo que es, su carácter de road movie aviñetada a través de un mundo que redescubrir, su fascinación por los lugares icónicos recontextualizados y unas buenas personas —la casualidad— que se enfrentan a la amoralidad del mundo descivilizado.

Quizá uno de los momentos más reveladores de la cinta se encuentra cuando, saliendo de Nueva York rumbo a Washington, el veterano Sammy le dice a la joven Jessie que observe, que no se pierda el paisaje. El paisaje es una autopista cortada por una multitud uniforme de coches siniestrados que impiden el paso. Acto seguido, el coche cambia de carril y puede continuar sin mayor altercado su viaje. Esta escena bien puede ser representativa de los problemas que acarrea la cinta: una promesa de un laberinto moral y de un cine impactante, pero que termina resolviéndose con una facilidad inusitada por negarse a profundizar lo más mínimo en sus temas y conflictos. O, dicho de otro modo, mucho ruido y pocas nueces.

Una débil traslación de los conflictos internos de los personajes (los que le interesan a Garland) al argumento (conseguir la entrevista con el presidente es el objetivo dramático, pero termina resultando más un McGuffin que desembocando en un conflicto real) y unos personajes con tendencia a la pasividad hacen que esa peligrosa road movie sea, en el fondo, un paseo por el campo —preciosas imágenes de dron del coche atravesando paisajes idílicos— observando las miserias de una guerra. Ir de A a B. Todo es fácil en Civil War, transitorio, una pantalla más. Incluso la archicomentada escena protagonizada por Jesse Plemons, una reinterpretación de las primeras escenas del viaje, culmina con dos Deus Ex Machina (Sammy y el fusil), porque los protagonistas son incapaces de resolver el conflicto por ellos mismos. Al menos Men tenía, tanto visual como temáticamente, fugas hacia la abstracción que hacían de la película algo diferente y, a ratos, estimulante.

Lastrada por un escritura que tiende a tomar la vía fácil, cuando no errática y vaga, y una puesta en escena entregada al impacto sensorial, la película se conforma con la confusión y el capricho en lugar de una ambigüedad que brilla por su ausencia: los temas que se ponen sobre la mesa (la deontología periodística, la ética de las imágenes, la deshumanización con la que conviven los reporteros de guerra, la polarización sociopolítica, el estado de las democracias liberales occidentales) están tratados con cierta arbitrariedad (Joel es, según convenga, o un sociópata que solo le interesa su ambición o un hombre lleno de humanidad, compasión y preocupación por el resto; Jessie es, simultáneamente, la representación de periodista idealista y su corrupción) y con una mirada que sorprende por su simpleza y, para empeorar la situación, por su torpe equidistancia política. Las supuestas áreas de grises son, en realidad, áreas blancas y negras que no llegan a mezclarse y el deseo de crear un mundo confuso —donde los bandos no terminan de estar claros (el «todos los políticos son iguales» de la ultraderecha)— termina dando lugar una obra confundida en lo político, un no-sé-qué-decir más allá de una timorata denuncia de lo fratricida que es el ser humano. Así, en general. Ni siquiera hay un humanismo que critique el partidismo u otros sectarismos políticos, solo rezuma la misantropía de quien se cree más y mejor que el Otro, la ingenuidad del movimiento hippie o el miedo a hacer una película política hasta los huesos. O las tres.

Garland, como bien demuestra a la hora de enseñar el futuro distópico que ha diseñado, pretende construir una obra que sugiera más que muestre, que no toda la información esté mascada. El problema, añadido un paternalismo que ya era evidente en Devs y Men, es el propio Garland, que se ha esforzado por grabar todo en primer plano: desde la fisicidad del sonido a la forma de grabar las distintas set pieces o la introducción de las fotografías tomadas a modo de insertos congelados. No existe el fuera de campo y las imágenes se agotan en el corte. Su apuesta reside en el mostrar, no en el sugerir. Ese es el oficio de sus protagonistas, la razón de su pasividad dramática y la causa por la que todo lo sugerido cae en un abismo que importa poco, transformándose más en un molesto atisbo de contexto que en una nueva capa de profundidad.

Son las dos actrices principales, Kirsten Dunst y Caillee Spaeny (¡es su año!), junto con un gran trabajo de sonido, quienes rescatan Civil War de la hecatombe. Interpretando al mismo personaje idealista en distintos momentos de su vida, como si fueran dos caras de la misma moneda, las dos actrices aportan la humanidad suficiente a la cinta para que su viaje emocional funcione y sirva de reflejo en el que proyectar las miserias humanas y políticas de la guerra civil.


Título original: Civil War Duración: 109 min País: Estados Unidos, Reino Unido Idioma: Inglés Dirección: Alex Garland Guion: Alex Garland Productores: Gregory Goodman, Andrew Macdolnald, Allon Reich, Kenneth Yu, Elisa Alvares, Timo Argillander Fotografía: Rob Hardy Montaje: Jake Roberts Música: Geoff Barrow, Ben Salisbury Intérpretes: Nick Offerman, Kirsten Dunst, Wagner Moura, Cailee Spaeny, Stephen McKinley Henderson, Jefferson White, Nelson Lee, Evan Lai, Vince Pisani, Justin James Boykin

Sinopsis: En un futuro cercano, donde América está sumida en una cruenta guerra civil, un equipo de periodistas y fotógrafos de guerra emprenderá un viaje por carretera en dirección a Washington DC. Su misión: llegar antes de que las fuerzas rebeldes asalten la Casa Blanca y arrebaten el control al presidente de Estados Unidos.


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