Crítica ‘Los amos del aire’

Puntuación: 2 de 5.

Si comparamos Hermanos de Sangre con Los amos del aire, dos series regidas, en teoría, por el mismo espíritu y con los mismos productores detrás, se puede ver con claridad la evolución de la televisión de prestigio norteamericana en el siglo XXI.

Tras Salvar al soldado Ryan, Steven Spielberg y Tom Hanks saltaron a la televisión para producir una de las grandes miniseries de la primera época dorada de HBO —aquella Arcadia sobredimensionada e irrepetible donde confluían The Wire, Los Soprano o A dos metros bajo tierra—. Los hallazgos expresivos de Janusz Kaminski junto al director de La Lista de Schindler saltaron de la gran pantalla a la pequeña para intentar profundizar en el realismo anónimo, alejado de la épica asociada al cine bélico estadounidense. Sin rostros (aún) conocidos, los diez episodios incidían en la cotidianidad de los distintos supervivientes de la Compañía Easy desde su reclutamiento hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, en la crueldad y la arbitrariedad de la guerra, en la suciedad. No en vano, los episodios se abren y cierran con entrevistas a los personajes reales y una voz en off que ayuda a navegar los capítulos, vinculando a la serie con cierta tradición oral y con cierto audiovisual vinculado con el recuerdo y la memoria.

Hoy en día, Los amos del aire ya no se estrena en HBO, marca a punto de desaparecer dentro del conglomerado Max, sino en Apple TV+. La plataforma de streaming del gigante tecnológico lleva desde 2019 apostando por un modelo de serie y de película que dé prestigio crítico. Dicho de otra manera, exportar la filosofía de marca a sus obras de ficción; y así llegaron Para toda la humanidad, Separación, The Afterparty, Ted Lasso o Slow Horses, con sus imágenes limpias y digitales. Y la tercera entrega de esta trilogía espiritual dedicada a los combatientes estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial no es diferente.

La primera diferencia está en los protagonistas. Pese a las insistencias de la historia en diversificar y dar importancia a las subtramas de personajes más anónimos, la presencia de Austin Butler (Elvis, Dune Parte II) y Cullum Turner (Animales fantásticos, Emma) dota a la serie de dos rostros distinguidos del resto. Su presencia —gestual, verbal o físicamente, pero también la importancia que se da sus conflictos—es tal que historia, la historia de amistad única e inquebrantable entre estos dos hombres, es la historia de Los amos del aire y así lo atestiguan las últimas líneas e imágenes de la serie.

Esto lleva a que la propia estructura de la serie se aleje de la vocación histórica donde cada capítulo se estudiaba tanto una «batalla» como las relaciones entre «la banda de hermanos» a un devenir de los personajes más dramático, lineal y acorde a los tiempos. No está tan lejos de otras series similares, como de The Last of Us, The Offer o, salvando las distancias, El Señor de los Anillos: Los anillos de poder Aunque sí se permiten líneas de fuga hacia los momentos de pausa, de fraternidad, la escritura de la serie gira en torno al suspense de no saber qué sucederá con ellos el día del mañana, fruto de la propia insustancialidad y limitación de la serie. Es una apuesta temática que, pese a engarzar bien con las misiones aéreas, se agota rápido y termina por generar una escritura irregular, con focos de interés muy alto localizados en los primeros capítulos o las subtramas de supervivencia tras las líneas enemigas y focos de interés muy bajo, como los episodios finales del campo de concentración o la mayor parte de las subtramas. Todo ello a pesar de los esfuerzos de una gran plantilla de intérpretes que otorgan humanidad y emoción a sus personajes.

Lo mismo ocurre con la imagen. Cary Joji Fukunaga es el encargado de dar la entidad visual a todo el conjunto, dirigiendo el mayor número de episodios, incluyendo el piloto. Tiene sentido no retomar la estética sucia, embarrada. movida y desaturada heredera, como decíamos, del trabajo de Janusz Kaminiski, pero no se reconoce ni el trabajo previo tanto en cine (Jane Eyre, Sin tiempo para morir) como en series (True Detective T1, Maniac) del realizador estadounidense. Como siempre, hay planos, escenas o montajes que rescatar, pero, en general, se respira esta idea tan comentada en los últimos años de «el cine ahora está en la televisión»; una idea que, en el fondo, ha escondido un academicismo audiovisual —en este caso, en su variante épica— que se ha convertido en norma, más o menos, extendida, como demuestra True Detective: Noche Polar —para ser justos, un academicismo que no se ha estudiado aún en profundidad y con todos los matices que ofrece y merece—. Este monopolio de esta imagen, salvo casos aislados como Gus Van Sant en The Feud: The Swans vs Capote o los experimentos de Nathan Fiedler, ha alejado a las series «de prestigio» de ese estatus real.

El resultado es una serie, como vemos en unos títulos de créditos , que quiere revivir el fenómeno Hermanos de sangre. ¿La pregunta es por qué? ¿O para qué? La primera respuesta que se viene a la mente es la publicitaria, la imagen de marca que otorga a Apple. La nueva plataforma quiere distinguirse del resto y hacerse un hueco en el mercado audiovisual y lo hace retomando los nombres del pasado, misma estrategia tras la producción a Martin Scorsese y Ridley Scott. La segunda pregunta que surge es: ¿lo consigue? A medias; por un lado, la serie empalidece en comparación con el original y tiene algunos problemas a la hora de levantar el vuelo y mantenerse estables; y, por otro, habrá que observar con cuidad el devenir tanto de la plataforma como de sus series y películas. Y, en último lugar, surgen dos preguntas finales: ¿sigue existiendo la televisión de prestigio en tiempos de las plataformas? O incluso más importante: ¿queremos que exista?


Título original: Masters of the Air Duración: 9 eps x 60 min País: Estados Unidos Idioma: Inglés, francés, alemán Creador: John Orloff, adaptando el libro ‘Masters of the Air: America’s Bomber Boys Who Fought the Air War Against Nazi Germany’ de Donald L. Miller Guion: John Orloff, Joel Anderson Thompson, Morwenna Banks, Dee Rees, John Shiban Dirección: Cary Joji Fukunaga, Anna Bodeb & Ryan Fleck, Dee Rees, Timothy Van Patten Productores: Gary Goetzman, Tom Hanks, John Orloff, Steven Spielberg, David Coatsworth, Justin Falvery, Darryl Frank, Steve Shareshian, Graham Yost, John Sylva, Kirk Saduski Fotografía: Adam Arkapaw, Jack Fitzgerald, Richard Rutkowski, David Franco Montaje: Mark Czyzewski, Mark Sanger, Spencer Averick, Carmen Morrow, Saar Klein, Billy Rich Música: Blake Neely Intérpretes: Callum Turner, Austin Butler, Anthony Boyle, Darragh Cowley, Matt Gavan, Jonas Moore, Dave Shields, Ben Radcliffe, Jordan Coulson, Stephen Campbell Moore, Adam Long, Elliot Warren, Edward Ashely, Barry Keoghan, Ncuti Gatwa.

Sinopsis: Durante la Segunda Guerra Mundial muchos aviadores del 100º Grupo de Bombardeo (el ‘Bloody Hundredth’) arriesgaron sus vidas llevando a cabo peligrosos bombardeos sobre la Alemania nazi y lidiando con las condiciones gélidas, la falta de oxígeno y el terror absoluto de combatir a 25.000 pies de altura. Unos fueron abatidos y capturados; otros resultaron heridos o muertos. Y algunos tuvieron la suerte de volver a casa. Independientemente de los destinos individuales, todos pagaron un precio.


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