Stan es un chaval delgaducho, pelirrojo y con asma; un chico ingenuo e idealista con especial fijación por los musicales y las películas románticas, cuyo sueño, por supuesto, es ser actor. Stan es lo que solemos llamar un pobre diablo: mediocre, corriente e insignificante, que a veces de bueno parece tonto. Pero Stan es el hijo de Satán. Parece un chiste y lo es. Pero es un chiste muy serio.
Feminismo, veganismo, salud mental, responsabilidad afectiva, emergencia climática, activismo LGTBIQ+, derechos laborales, redes sociales, son algunos de los temas que impregnan la serie de animación. Los humoristas Miguel Esteban, Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla crean un repaso satírico de las preocupaciones de la sociedad actual, en especial las de los más jóvenes. Pobre Diablo resulta amena y compacta, capaz de un tono distendido y de entretenimiento al mismo tiempo que va abordando todas esas problemáticas y temas actuales. Tan actuales como la reciente noticia de que Ana Obregón ha sido abuela/madre mandando parir la hija de su hijo.
Sin apariencia de que esto tenga nada que ver con la serie española más allá de que podría haber sido una idea concebida por el equipo de guionistas, la conexión es inevitable. Porque al fin y al cabo, Pobre Diablo arroja una discurso interesante sobre la paternidad como acto egoísta. Ambos padres de Stan, humano y demonio, sacrifican el futuro de su hijo con tal de cumplir su propio sueño. El padre humano de Stan hizo un pacto con el diablo para ser actor, ofreciendo a su hijo como mesías demoníaco. Satán por su parte, quiere usar a su hijo para cumplir su sueño de causar el armagedón. Así se representa esa práctica tan extendida de vivir a través de los hijos. El diablo quiere verdaderamente a su hijo —aunque parece que no podemos decir lo mismo de su padre humano—, sin embargo, la motivación para traerlo al mundo fue personal y egoísta. ¿Se hace el regalo de la vida o se condena a la vida? A la serie le gusta lanzar preguntas pero no siempre respuestas, las personas no son buenas o malas y Keanu Reeves cede su asiento porque quiere que la gente le vea.
La duración de los capítulos encaja perfectamente con el tono de la serie, episodios cortos, dinámicos, que van soltando apuntes críticos y directos pero que nadan en el relativismo. Junto con un dibujo y animación sencillas, Pobre Diablo juega con la simplicidad y la obviedad de forma elegante. Ya sea impregnándose de una cinefilia nostálgica o a través de unos personajes y relaciones estereotipadas, la serie de animación española se siente familiar a otros títulos sin destacar especialmente dentro de este tipo de producciones. Sin embargo, se siente un cariño especial que no encontramos en otras series de este tipo y supone un rescate para la carencia de series de animación adulta en la industria española. La omnipresencia del humor negro recuerda a series de animación para adultos como American Dad, Padre de familia o South Park; pero Pobre Diablo resulta mucho amable. Ese cariño que mencionábamos se palpa en la inocencia y positivismo incansables de Stan, que funcionan como un respiro entre los chistes de humor negro y el apocalipsis inmediato.
La serie del Anticristo en Nueva York usa la comedia de forma ambivalente, como escape de la realidad y como excusa para denunciarla. Con cierta seriedad bajo una apariencia burlona, Pobre Diablo promete un buen rato al mismo tiempo que abre diálogos sobre problemáticas actuales. Gracias a un Anticristo incompetente con una ingenuidad hiperbólica, los creadores rebajan la crudeza de una sátira gamberra y en ocasiones demasiado cruel por real, manteniendo un espíritu optimista ante un futuro poco esperanzador.
Título original: Pobre Diablo Duración: 8 eps x 25 min País: España Idioma: Español Dirección: Miguel Esteban Creado por: Miguel Esteban, Joaquín Reyes, Ernesto Sevilla Guion: Miguel Esteban, Joaquín Reyes, Ernesto Sevilla, Helena Pozuelo Productores: Patricia Nieto, Eugenio Pérez Animación: Manuel Galiana Música: Enrique Borrajeros Intérpretes: Joaquín Reyes, Ernesto Sevilla, Ignatius Farray, Gakian, Stéphanie Magnin Vella, Carlos Areces, Verónica Forqué, Manuel Huedo
Sinopsis: Stan es un chaval normal y corriente salvo por el hecho de que es el Anticristo. Además, acaba de cumplir 665 meses. Queda un mes para que se cumpla la profecía y tenga que cumplir con su destino: sumir a la humanidad en el horror y el caos, y traer el armagedón. Pero él tiene más interés en cantar y bailar en un musical de Broadway.