Ficha técnica:
Título original:
Turning Red
Director: Domee Shi
Duración: 100 min
País: Estados Unidos
Idioma: Inglés
Intérpretes: Rosalie Chiang
Sandra Oh, Maitreyi
Ramakrishnan, Wai Ching Ho,
Jordan Fisher, Josh Levi,
Finneas O’Connell

Sinopsis: Mei Lee, una niña de 13 años un poco rara pero segura de sí misma, se debate entre ser la hija obediente que su madre quiere que sea y el caos propio de la adolescencia. Ming, su protectora y ligeramente exigente madre, no se separa nunca de ella lo que es una situación poco deseable para una adolescente. Y por si los cambios en su vida y en su cuerpo no fueran suficientes, cada vez que se emociona demasiado (lo que le ocurre prácticamente todo el tiempo), se convierte en un panda rojo gigante.
Crítica:
Por Jorge Sánchez y María Valdizán Cuende
Seguramente Pixar sea el estudio más consistente y sólido del siglo XXI. Y, aunque ya nos hayamos acostumbrado a las altas cotas que suelen mantener y no nos sorprendan tanto, con Red entregan su mejor largometraje desde Ratatouille.
Desde sus inicios, Pixar se ha caracterizado por un imaginativo estudio analítico de las relaciones y emociones humanas, especialmente en el ámbito infantil, sin perder sus facultades para el entretenimiento y la diversión, siendo obras accesibles para todos los públicos. La familia tradicional (Coco, Luca, Brave) y no normativa (Buscando a Nemo, Onward, Up), las relaciones de pareja (Los increíbles, Wall-E), con uno mismo (Del Revés, Soul, Ratatouille), con la amistad (Toy Story) y con la sociedad (Bichos, Monstruos S.A.). Los mensajes de fondo, muchas veces dirigidos a los padres más que a los niños, suelen hacer apología de la aceptación de uno mismo, de los hijos y del resto de personas con las que interactuamos, siempre con la felicidad como fin y la empatía como medio. Para ello, desde la última década, recurren a un elemento alegórico con el cual los humanos se relacionan al más puro estilo Charlie Kaufman —anteriormente utilizaban aquello que puebla la imaginación infantil, como los juguetes, los monstruos en el armario, los robots o los bichos. Ya sea una tabla de mandos de las emociones, un sistema de funcionariado existencial o un panda gigante rojo.
Red se suma a la lista de películas de Pixar que abordan el tema de la paternidad, en especial rescatando una dinámica relacional que hemos visto en películas anteriores: una madre sobreprotectora (Marlin en Buscando a Nemo) y controladora en busca de la perfección (Elinor en Brave) y una hija que se rebela ante esa asfixia. Brave es una historia de autodeterminación y emancipación, dirigida de forma más clara a los hijos; mientras que Buscando a Nemo relata el miedo a la pérdida de un hijo, y, por tanto, con un público más adulto. Red se encuentra en un término medio entre ambas, retomando el interés que Domee Shi —primera mujer en dirigir en solitario un largometraje en el seno de Pixar— ya mostró en su cortometraje Bao sobre el apego y la relación maternofilial. Si Bao se centraba en el síndrome de nido vacío, Red se remonta a un periodo anterior, la pubertad. Con un mensaje claro hacia los progenitores para que dejen a sus hijos ser quienes quieran ser, también se centra en la amistad adolescente, en la sensación de sentirse extraño en el propio cuerpo, en la gestión de la ansiedad y en ese momento tan temido por padres y madres: el despertar sexual.
A través del adorable panda rojo y una ambiciosa voluntad de reivindicación a través de la comedia, se introduce el tema —hasta ahora tabú— de la menstruación que por suerte, ha sido mencionado directamente sin limitarse a la metáfora. Con un gesto tan sencillo como mostrar unas compresas o ver como a la pequeña Mei y sus amigas se les cae la baba al pensar en los integrantes de su adorada boy band, se pueden derribar las mismas barreras que impiden empatizar a algunos espectadores masculinos con este tipo de obras. Siguiendo esta línea, la amistad femenina cobra un lugar especial, que le proporciona un lugar seguro a la protagonista frente a la presión que siente Mei por honrar a su familia. El apego excesivo y las expectativas depositadas por parte de la madre son un impedimento para que Mei elabore su propia personalidad y se exprese libremente.
Por ello, resulta especialmente triste y enfurecedor las imposiciones sobre temáticas LGBTIQ+ que se encuentra el estudio por parte de Disney. Estas denuncias públicas realizadas por algunos empleados de Pixar llegaban en una semana marcada por la polémica por la postura de la empresa de cara a la ‘Don’t say gay Bill’ aprobada en el Senado de Florida, tras conocerse la financiación de los patrocinadores de dicha ley. En el caso concreto de Red, la alegoría de la aceptación presentada es similar a la de muchos relatos LGTBIQ+, pues responde a una vocación de diversidad y contra el odio al diferente. Podríamos estar hablando perfectamente de una película de temática LGBTIQ+, pero la triste realidad es que estamos escribiendo sobre sus posibilidades.
Si bien la historia no se muestra más compleja que muchas de las obras de la última década de Pixar —con Del Revés y Soul a la cabeza—, es su puesta en escena la que permite que pueda hablarle de tú a tú a Ratatouille y a otros grandes títulos de la factoría. Llena de dinamismo, energía y expresividad, bebe desde el anime hasta el videoclip de los 2000. Con una cámara ágil y miles de recursos a su disposición (pantallas partidas, animación en 2D de lectura oriental, efusivos travellings, freeze frames), Domee Shi narra con ilusión y con cariño, con empatía y fervor, con amor hacia sus personajes y con la convicción por lo contado. Por eso, no podemos evitar un sentimiento agridulce al comprobar la puesta en escena más imaginativa e inspirada de los últimos años en Pixar no haya pasado por cines.
La pasión que demuestra Shi —no hay que olvidar que la película es en gran medida una autoficción— logra que la obra, a través del mimo por la puesta en escena y de la devoción por sus protagonistas, se logre elevar una historia ya de por sí divertida y con mucho corazón, pero más convencional, hasta alcanzar un resultado tan estimulante como refrescante.